DATOS GENERALES
Origen
El peyote (Lophophora wiliamsii), "la planta que hace que los ojos se maravillen", según la describió un autor francés, es una cactácea de origen americano que crece en las regiones desérticas de Norteamérica, sobre todo en la sierra que corre entre Nayarit y San Luis Potosí. De acuerdo a las estimaciones de uno de los primeros cronistas españoles, fray Bernardino de Sahagún, los toltecas y los chichimecas conocían el peyote por lo menos dos milenios antes de la llegada de los europeos al continente americano. El etnólogo Carl Lumholtz estima que en realidad se remonta a más de tres mil años de antigüedad ya que un símbolo utilizado por los tarahumaras en la ceremonia del peyote aparece en tallas rituales que datan de esa fecha preservadas en rocas volcánicas.
Los primeros testimonios escritos sobre este cacto sagrado pertenecen a Sahagún: "Hay otra hierba como tunas de tierra, se llama peyotl, es blanca, se encuentra en el norte del país; los que la comen o beben, ven visiones espantosas o irrisibles: dura esta intoxicación de dos a tras días y después de quita; es común manjar de los chichimecas, pues los mantiene y les da ánimo para pelear y no tener miedo, ni sed, ni hambre y dicen que los guarda de todo peligro." (22)
El consumo del peyote ha subsistido en norteamérica a pesar de la llegada de los Europeos y la imposición de sus creencias y costumbres. Los pueblos que lo emplean ancestralmente con fines rituales (coras, tarahumaras, tepehuanis, huicholes y varias tribus estadounidenses), se comportan ante él con temor reverencial. Consideran que los hace entrar en contacto con fuentes divinas y suponen que si no se han "purificado" previamente, los dioses les harán sufrir tremendos castigos.
Por su parte el San Pedro (Trichocereus pachanoi) es un cactus columnar que puede llegar a ser gigantesco, crece en México, Bolivia, Ecuador y Perú. En estos dos últimos países se utiliza dentro de rituales chamánicos.
Etimología y denominaciones
El nombre más común del peyote viene de la voz náhuatl peyotl; los tarahumaras lo llaman ciguri; los tepehuanis, kamaba; los huicholes, hikuri; los coras, hualari; y los comanches, wokow. Al peyote seco se le conoce también como botón de peyote.
Se cree que el nombre de San Pedro hace referencia a las propiedes enteogénicas del cactus, pues lleva el nombre del santo cristiano que precisamente guarda las puertas del Cielo. En centroamérica el San Pedro recibe también los nombres de "aguacolla" o "gigantón".
QUÍMICA
Identificación
El peyote crece en conjuntos llamados "manchas", al abrigo de arbustos o plantas con púas que lo protejan de las heladas y de los depredadores. Es un cacto pequeño de color verde grisáceo cuyas raíces en forma de cono se hunden profundamente en la tierra. Su crecimiento es muy lento. Requieren más de15 años para llegar a la madurez. Normalmente tiene un diámetro de 2 a 15 cm.
El peyote puede tener entre 5 y 13 meristemas (gajos). A los que tienen cinco se les conoce como "estrellas". Se supone que son los más buscados debido a sus poderosas concentraciones psicoactivas.
Imágen escaneada del libro "Plantas de los dioses"
Lophophora wiliamsii
Lophophora wiliamsii
Sus flores, blancas con una aureola rosácea, miden cerca de 2,5 cm. Se recoge antes del tiempo de lluvias que antecede a la floración cortándose al raz del suelo (para que de la raíz brote una nueva cabeza). Cuando se seca, se encoge y adquiere un color gris oscuro, entonces se le conoce como "botón de peyote".
Imágen escaneada del Especial 2000 de la revista Cáñamo
Lophophora wiliamsii
Imagen escaneada del Especial 2000 de la revista "Cáñamo"
Trichocereus pachanoi
El San Pedro es un cactus columnar, largo y de crecimiento rápido.
Cada año se eleva aproximádamente un metro y su diámetro aumenta alrededor de 12 centímetros.
San pedros de venta en un mercado mexicano
San Pedros en un mercado mexicano
La mezcalina pura tiene el aspecto de pequeños cristales de color blanco y sabor muy amargo.
Composición
El peyote es una planta rica en alcaloides. A la fecha se han aislado más de 50, entre ellos: peyotina, anhalina, anhaloidina, anhalinina, anhalonina y lofoforina. El más importante de ellos es la mezcalina.
Fue aislada en 1896 por el farmacólogo Artur Heffter. Se le llamó así porque fue extraída del peyote seco que según los científicos europeos de la época se conocía como botón de mezcal.
El San Pedro es la tercera cactácea con mayor concentración de mezcalina después del peyote y la variedad Trichocereus peruvianus que es más difícil de encontrar.
La mezcalina es un alcaloide sumamente estable. Se ha detectado en antiguas muestras de un entierro mexicano que data de hace 1000 años. (17)
Formas de adulteración
No existen. Sin embargo algunos otros cactos se han hecho pasar por peyote para engañar a los consumidores novatos, especialmente el Pelecyphora aselliformis y el Ariocarpus retusus llamados por los indígenas de México peyotillos o falsos peyotes.
La mezcalina pura es muy difícil de conseguir porque tanto la prohibición como sus altos costos de manufactura han hecho que prácticamente no exista en el mercado. El farmacólogo Jonathan Ott dice que la mezcalina, más que ninguna otra droga, ha sido suplantada en el mercado ilícito, principalmente por LSD. Dice que "Es altamente improbable que más de unas pocas decenas de miles de personas hayan ingerido auténtica mezcalina en su forma pura". (17)
FARMACOLOGÍA
Mecanismo de acción y formas de empleo
En estado natural los gajos del peyote se mastican solos o en compañía de algún líquido, preferentemente jugos cítricos pues su sabor es bastante amargo. Cuando el cacto se deshidrata retiene la mezcalina indefinidamente y puede reducirse a polvo para prepararse en té o añadirse a un jugo de fruta.
El San Pedro se consume en polvo debido a la consistencia poco agradable del cactus y la amargura de su sabor. Además las mayores concentraciones de mezcalina se hallan en la piel verde del cactus, que se pela cuidadosamente y se seca a bajas temperaturas para después reducirse a polvo. Hay reportes de que también se utiliza como componente de una bebida llamada "cimora" hecha con el cocimiento de sus tallos y el de otras plantas, probablemente Daturas de efectos propiamente alucinógenos.
La mezcalina pura se administra por vía oral o intravenosa.
Los efectos del peyote o del San Pedro ingeridos crudos o secos, al igual que el de la mezcalina por vía oral, comienzan entre los 60 y 90 minutos después de la ingestión y duran entre 7 y 10 horas. Los efectos de la mezcalina inyectada comienzan entre los 10 y los 20 minutos.
La mezcalina posee casi la misma estructura química que la noradrenalina, por lo que actúa instalándose en los receptores de esta droga cerebral ocasionando alteraciones en la conciencia y en la percepción, principalmente a nivel visual. Aunque gran parte de los efectos de estas cactáceas se deben a la mezcalina, otros alcaloides contribuyen a que la experiencia con peyote o San Pedro sea diferente a la de la mezcalina pura; la peyotina, por ejemplo, presenta efectos narcóticos cuando se consume de forma aislada.
Usos terapéuticos
En su estudio etnobotánico de la Nueva España, Francisco Hernández, médico personal del rey Felipe II de España, aseguró que "proporciona alivio cuando se aplica machacado en las articulaciones doloridas." En la actualidad varias personas con conocimientos herbolarios suelen macerarlo en alcohol y utilizarlo como remedio contra el reumatismo. (1) Los indígenas norteamericanos afirman que "si el peyote se usa correctamente, todas las demás medicinas son superfluas." (25)
Se ha demostrado que el extracto de peyote tiene actividad antibiótica, justificando su uso para tratar heridas y como analgésico. (17)
Dosificación
Las dosis bajas son de 1 a 2 cabezas de peyote; las medias de 3 a 6; y las altas de 7 a 10 cabezas. No hay reportes sobre dosis letales. Algunos peyoteros comanches se jactan de ingerir hasta 12 peyotes secos en una sesión.
Respecto al San Pedro, se calcula que la superficie de 30 cm de piel seca del cacto reducido a polvo constituye una dosis media. También puede ingerirse como decocción siendo la dosis media de un vaso. La corteza verde de 40 cm de cactus fresco (se desprecia la médula), se pone a hervir con una corteza de naranja, canela y clavo durante 4-5 horas.
Las dosis bajas de mezcalina pura van de 150 a 200 mg; las medias de 300 a 500 mg; y las altas de 800 a 1,000 mg. En este caso tampoco se han reportado la existencia de una dosis letal.
Efectos psicológicos y fisiológicos
Ludwig Lewin, el primer farmacólogo que estudió los alcaloides del peyote aseguró tras varias ingestiones:
No hay en el mundo una planta que provoque en el cerebro modificaciones funcionales tan prodigiosas. Aunque las procure solamente bajo la forma de fantasmas sensoriales, o por la concentración de la más pura vida interior, esto acontece bajo formas tan particulares, tan insospechadas, que quien es su objeto se siente transportado a un mundo nuevo de sensibilidad e inteligencia. Comprendemos que el viejo indio de México haya visto en esta planta la encarnación vegetal de una divinidad. (25)
Para Schultes y Hoffman, según establecen en Plantas de los Dioses, el más espectacular de los múltiples efectos del peyote es
el juego caleidoscópico de visiones coloridas de indescriptible belleza […] se perciben destellos y centelleos de colores, cuya intensidad y pureza desafían cualquier descripción. Frecuentemente las visiones llevan una secuencia que va de figuras geométricas a objetos extraños y grotescos, cuyas características varían de un individuo a otro. (22)
Richar Heffern, por su parte, ofrece en Secrets of the Mind altering plants of Mexico (12) una detallada descripción respecto a los efectos que opera el buen cacto sobre la conciencia:
Quería que mi primera experiencia con peyote fuera perfecta en cada detalle, así es que la planeé tan cuidadosamente como pude. Mi acompañante y yo decidimos dormir la mayor parte del día para estar alerta por la noche… deliberadamente escogimos una noche de luna llena para no necesitar luz artificial… Aproximadamente una hora antes del atardecer ingerimos cada uno el equivalente a 500 miligramos de mescalina. Alrededor de 40 minutos después... caminé cuesta abajo hasta llegar a un nopal y de pronto tuve la extraña sensación de que sería muy descortés pasar junto a la planta sin saludarla. En esos momentos, la planta era tan importante como yo. Ambos - la planta y yo - estábamos en esta tierra juntos, y además de este hecho, me embargaba el sentimiento de que existía un vínculo entre nosotros. Estábamos "en esto" juntos… Durante toda la experiencia, hubo un pronunciado regocijo. Sentía que estaba parado más erectamente que de costumbre; sentía un gran orgullo por ser una criatura viviente. En esos momentos, la conciencia de estar vivo me parecía suficiente para ser completamente feliz. Al mismo tiempo, parecía que me quedaba muy poco "ego"; sentía que era una pequeña parte de un todo mucho más grande. Estaba en la tierra para vivir, para experimentar, para aprender. El mundo alrededor mío era un gran lugar sagrado - un lugar que debía ser reverenciado y respetado. Ahora que lo veo a distancia... me pregunto si las cosas habrían sido diferentes de haber estado rodeado de un ambiente urbano en el que prevalecieran las cosas hechas por el hombre… De alguna manera, sentí un gran desamparo. Me sentí como un niño en un mundo extraño, poco familiar pero fascinante. Sentí que estaba aprendiendo todo de nuevo, por así decirlo… La cresta de la experiencia pareció venir después de las cuatro horas, aunque era muy difícil estar conciente del paso del tiempo. En algún punto, parecía que en verdad podía sentir la rotación de la tierra sobre su propio eje, un fenómeno que ocurre constantemente, aunque la vida parece insensible a esta clase de movimiento. Era una noche de neblina, y la niebla parecía tomar la forma de un dragón enorme, iluminado por la luna… En algún punto indiscernible, una suerte de retrospectiva se convirtió en el aspecto dominante de la experiencia. Era como si mi mente estuviera tratando muy duro, en otro nivel, de encontrar el significado de la experiencia completa. Tenía un conocimiento intuitivo de que la experiencia tenía un gran significado y yo no estaba siendo capaz de captar la totalidad de su significado… En los días que siguieron, pensé muchas veces en todo lo que había pasado, ya que lleva algo de tiempo comprenderlo todo. (12)
El siguiente relato es de un viajero anónimo que tomó 300 mg de mezcalina pura administrado en forma oral:
Me habría gustado, y estaba esperando, tener un día de excitación visual, pero parece que fui incapaz de escapar al auto-análisis… Aprendí muchas cosas acerca de mí mismo y de mi trabajo interior… Comencé a cobrar conciencia de un punto, una brillante luz blanca, que parecía ser por donde Dios estaba entrando, y era inconcebiblemente maravilloso percibirla y estar cerca de ella. Uno deseaba con todo el corazón que se aproximara. Pude entender por qué la gente se sienta y medita durante horas sólo con la esperanza de que esta poca de luz los contacte. Supliqué que continuara acercándose. Pero no lo hizo. Se desvaneció y no regresó en esa forma particular durante el resto del día. Escuchando el Requiem de Mozart encontré magníficas crestas de belleza y gloria. El mundo estaba tan lejos de Dios, y nada era más importante que volver a entrar en contacto con Él. Pero vi como creamos el fiasco nuclear para amenazar la existencia del planeta, como si fuera sólo a través de la amenaza de la aniquilación completa como la gente podría despertar y comenzar a preocuparse por los demás… Un efecto remarcable de esta droga es la extrema empatía que se siente por todas las cosas pequeñas; una piedra, una flor, un insecto. Creo que sería imposible dañar a alguien -cometer un acto dañino o doloroso sobre alguien o algo está más allá de las capacidades de uno. Ni siquiera se puede cortar una flor… Terminé la experiencia sintiendo que había pasado por muchas cosas, que había logrado algo importante. Me sentía maravillosamente, libre y despejado. (23)
Antonio Escohotado (6) advierte que el malviaje no está descartado. Asegura que la personalidad autoritaria, la paranoica, la marcadamente depresiva u obsesiva, la pusilánime y la muy ambivalente tienden a asimilar mal todos o algunos momentos de la excursión psíquica.
A nivel físico, tras la ingestión aumenta el ritmo cardiaco y respiratorio, las pupilas se dilatan y ocasionalmente se experimentan náuseas y vómito debido al sabor amargo del cacto. Puede presentarse también un dolor de cabeza pasajero. No hay reportes sobre daños ocasionados por el consumo prolongado de peyote.
Potencial de dependencia
La tolerancia es prácticamente nula si las dosis se espacian un mes como mínimo. Sólo tras años o décadas de administraciones mensuales o quincenales, la dosis puede doblarse o triplicarse. No hay indicios de que el consumo de peyote genere adicción física o psicológica.
¿Qué hacer en caso de emergencia?
Una sobredosis ocasiona arritmias peligrosas por lo que debe considerarse como urgencia médica. Los efectos de un mal viaje pueden ser suavizados con 20 mg de diacepam (Valium®) o suspenderse con 50 mg de clorpromazina (Largactil®) o haloperidol (Haldol®).
HECHOS INTERESANTES
Régimen legal actual
El cultivo del peyote está prohibido; su principal alcaloide, la mezcalina pertenece a la Lista I. En la práctica esto significa que si no eres un indígena norteamericano perteneciente a la Native American Peyote Church, institución protegida por el derecho a la libertad de culto, no puedes cultivar, comerciar o consumir peyote en territorio estadounidense. En el caso de México, aunque no hay excepciones legislativas formales, el gobierno se muestra tolerante únicamente con ciertos grupos indígenas que pueden recogerlo y consumirlo en lugares de difícil acceso propios de su geografía teológica. El resto de la población está sujeta a la aplicación de la ley (o a la extorsión).
En el caso de la legislación mexicana en materia de drogas, de acuerdo a las Tablas de penas previstas en el artículo 195 bis del Código Penal para el Distrito Federal en materia común y para toda la República en materia federal, portar menos de 2.5 gramos de mezcalina se considera como consumo personal y no se aplica ninguna sanción, según el artículo 199 del mismo código. Una cantidad mayor se considera como tráfico y sí está sujeta a penalización, dependiendo de la cantidad (consultar las tablas). Una dosis media de mezcalina consignada en esta página de Las drogas tal cual... es de 500 a 800 mg, así es que el margen es bastante amplio.
El Santo Oficio contra la planta que hace que los ojos se maravillen
Aunque el ceremonial del peyotl fue proscrito por una instrucción del Santo Oficio español en 1638, su represión fue cada vez más extrema porque no se podía extirpar. El Padre Andrés Pérez de Rivas, jesuita del siglo XVII, denunciaba a sus superiores que los indígenas de Sinaloa consumían el cacto regular y clandestinamente. En 1760, más de un siglo después de la prohibición cristiana, ciertos manuales para la confesión de los conversos incluían preguntas como estas:
¿Has comido carne de hombre? ¿Has comido peyote? ¿Eres tú adivino? ¿Has anunciado eventos futuros mediante la lectura de augurios, interpretando sueños o trazando figuras en el agua? ¿Has adornado con guirnaldas de flores los sitios donde hay ídolos? ¿Has chupado la sangre de otros? ¿Has caminado durante la noche convocando la ayuda de los demonios? ¿Has bebido peyote o se lo has dado a beber a otros para descubrir secretos o el lugar donde se encuentran objetos perdidos o robados? (22)
A la caza del peyote
Los huicholes identifican al peyote con el venado y emprenden una auténtica cacería anual para obtener hikuri. Estas peregrinaciones culminan en Wirikuta, una región cercana a Real de Catorce en San Luis Potosí. En la geografía huichola Wirikuta es el centro del mundo, el lugar de los dioses antepasados, el sitio donde se origina la vida sagrada de la tribu. Hasta no hace mucho sus antepasados caminaban unos 300 kilómetros para llegar allí. Aunque actualmente buena parte del trayecto la hacen en vehículos, el viaje sigue siendo largo y pesado.
En 1960 un grupo de antropólogos recibió autorización de los huicholes para acompañarlos en algunos de sus viajes. Gracias a ello sabemos que un experimentado mara'akame o chamán, que está en contacto con Tatewari (Nuestro Abuelo Fuego) es quien guía el viaje. Tatewari, conocido también como Hikuri, el dios peyote, es la deidad huichola de mayor antigüedad. Tatewari condujo la primera peregrinación del peyote a Wirikuta y los participantes siguen sus pasos a fin de "encontrar su vida".
La preparación para emprender la cacería incluye la confesión y la purificación rituales. Al llegar ante las sagradas montañas de Wirikuta, los peregrinos reciben un baño ritual y realizan plegarias en favor de la fertilidad y la lluvia; posteriormente el chamán inicia una serie de prácticas ceremoniales, relata historias sobre la antigua tradición del peyote, invoca protección para lo que ha de venir y conduce a los participantes hasta los "umbrales cósmicos" donde sólo él puede ver las huellas del venado. Cuando localiza el peyote, lanza una flecha que va a dar al cacto. Entonces se lleva a cabo una ofrenda y todos buscan más peyote y llenan varias canastas para compartirlo con los que se quedaron en casa y para vendérselo a coras y tarahumaras que, aunque usan el peyote, no suelen ir en su búsqueda. Por la noche tiene lugar el rito a través del cual los cazadores del peyote entran en contacto con las Primeras Gentes. Se colocan cuatro flechas apuntando hacia los cuatro puntos cardinales y justo a la media noche se enciende una fogata.
El chamán bendice tabaco tocándolo con plumas antes de distribuirlo entre los participantes. Después de fumar tabaco, cada uno ingieren entre 8 y 13 gajos de hikuri. Todos encienden velas y murmuran plegarias mientras el chamán se comunica con los elementos y maneja kupuri (fuerza de energía vital). Se inicia entonces "el peligroso tránsito hacia el otro mundo". Este paso consta de dos etapas: "la primera es el puente hacia las nubes estruendosas y la segunda, la separación de las nubes. Esto no representa un lugar en la Tierra sino que pertenece a la "geografía de la mente"; para los participantes, pasar de una etapa a otra es un evento lleno de emoción… la cacería del peyote es un regreso a Wirikuta, al paraíso, al arquetípico principio y final de un pasado mitológico." (22)
Un chamán huichol busca entrar en contacto con la divinidad a fin de obtener visiones del pasado que le permitan adquirir conocimiento para orientar su vida y ayudar a los demás. Su meta última es un clarísimo ejemplo de sabiduría: dejar de contactar a la divinidad a través del peyote, toda vez que aprenda a quedarse con él en su interior.
A sus más de ochenta años un renombrado chamán huichol, Don José Matsúwa, le confió a su aprendiz Prem Das: "El camino del mara'akame [chamán] nunca termina. Yo soy un viejo y sin embargo sigo siendo un nunutsi [bebé] frente al misterio del mundo." Ramón Medina Silva, otro chamán huichol entrevistado por la antropóloga Barbara Myerhoff, dice: "Todos nuestros símbolos, el venado, el peyote, el maíz de cinco colores, todos los que has visto ahí en Wirikuta, cuando vamos a cazar el peyote, son bellos. Y son bellos porque son verdaderos." (22)
Viaje a la Sierra Tarahumara
Entre los tarahumaras, la danza del peyote puede realizarse en cualquier época del año, por motivos de salud o prosperidad de la tribu. En ocasiones se incorpora a otras fiestas ya establecidas. La parte principal de la ceremonia consiste en una serie de bailes y rezos precedidos y seguidos por un día de ayuno. Se realiza en un área despejada donde se colocan leños de roble y pino orientados en dirección este-oeste para posteriormente encender una fogata. El guía es secundado por varias mujeres encargadas de moler el cacto fresco en metates. El guía se ubica al oeste del fuego, frente a él hay un pequeño hoyo en el que se coloca el peyote cubierto con una jícara que sirve como caja de resonancia de un raspador. El peyote está bajo la caja de resonancia "porque le gusta el sonido". Las canciones que se entonan durante la ingestión alaban al peyote por la protección que brinda a la tribu.
Los rituales curativos son bastante distintos. El chamán tarahumara cura al amanecer. Después de haber ingerido peyote y bailado buena parte de la noche, termina la danza con tres golpes seco. Todos los asistentes que han estado haciendo lo mismo, se detienen. El chamán se yergue acompañado por un joven asistente y camina en círculo bendiciendo con agua la frente de todos los participantes. Entonces toca tres veces al enfermo con su bastón mientras golpea el suelo también tres veces. El polvo que se levanta es considerado un poderoso dador de vida y se recupera para uso medicinal. El rito culmina cuando el chamán envía al espíritu del peyote de vuelta a su lugar, para ello abre sus brazos al incipiente sol y golpea tres veces el suelo con sus pies: "Una vez que el espíritu del peyote ha concedido sus bendiciones, se convierte en una bola y vuela de regreso a su refugio." (2)
Tras algún tiempo en contacto con su cultura y sus tradiciones, el poeta francés Antonin Artaud consiguió ser invitado sus ceremonias. Tiempo después consignaría sus experiencias en Viaje al país de los tarahumaras. Allí relata que antes de probar el peyote en medio de un ritual de sanación bastante elaborado, escuchó en boca de uno de sus anfitriones esta sencilla y magnífica recomendación:
El que verdaderamente ha bebido ciguri, HOMBRE y no FANTASMA indeterminado, sabe cómo están hechas las cosas y no puede ya perder la razón porque es Dios el que está en sus nervios y desde allí lo conduce. Pero beber ciguri es justamente no exceder la dosis porque ciguri es lo infinito, y el misterio de la acción terapéutica de los remedios está ligado a la proporción que nuestro organismo absorbe. (2)
Las tribus norteamericanas y la fundación de la Native American Peyote Church
Son más de 40 las tribus de indígenas que en diversas partes de Estados Unidos y Canadá emplean el peyote con fines religiosos. Parece ser que los kiowas y los comanches fueron los primeros en introducir el uso sacramental de este cacto después de haber visitado a los indígenas del Norte de México. Como es bien sabido, los indígenas de Estados Unidos se han visto obligados a vivir en reservaciones desde la última mitad del siglo XIX y gran parte de su herencia cultural ha desaparecido.
Se cuenta que antes de este inevitable desastre, varios líderes indios, especialmente los de las tribus ubicadas en Oklahoma, empezaron a propagar en forma activa "un nuevo culto del peyote que se adapta a las necesidades de los grupos indígenas más avanzados de los Estados Unidos." (22) La exitosa propagación del culto generó una fuerte oposición entre los misioneros y los grupos locales del gobierno. La ferocidad de esa oposición alentó a los gobiernos locales a promulgar legislaciones represivas. Como bien observa Brau: "los propagadores del Peyote Cult, al incitar a buscar a la divinidad en el interior de sí mismo, no podían sino ganarse los anatemas de los defensores de una religión oficial, que identifica las leyes de Dios con las del Estado para justificar la perennidad de una sociedad expansionista." (4)
Con la intención de protegerse, cerca de cincuenta tribus se unieron en 1918 para fundar la Native American Peyote Church, cuya meta es "Proteger y promover la creencia en el Todopoderoso, estimulando la moralidad, la sobriedad, la industriosidad y el correcto vivir, mediante un uso sacramental del peyote." En la actualidad se afirma que sus miembros sobrepasan los 250,000 y han conseguido que el gobierno más poderoso del mundo les reconozca su derecho a consumir peyote como una extensión del derecho a la libertad de culto que protege la Constitución estadounidense. Gracias a ello, los miembros de esta iglesia pueden cultivarlo, adquirirlo y distribuirlo legalmente.
Las ceremonias religiosas varían de una tribu a otra, entre los comanches de Oklahoma, por ejemplo, el culto se celebra en un tipi especial cuya puerta está orientada hacia el Este. En el interior hay un altar rudimentario hecho con arcilla en forma de media luna con las puntas mirando también hacia el Este. El chamán del culto es el Roadman (Hombre del Camino) o el Kapana karigwapi (Jefe Sentado del Oeste), que recibe ayuda del Kotowapi, (Guardían del Fuego) y el Tiroyawapi (Jefe del Cedro). Los instrumentos rituales están constituidos por una serie de tambores metálicos, calabazas que contienen grava y un silbato de madera o de hueso de águila. La ceremonia comienza al ponerse el sol. El jefe entra al tipi y se sienta al Oeste. Los demás participantes entran después de él, se orientan hacia el Sur y se trasladan de izquierda a derecha hasta encontrar un lugar desocupado. El Guardián del fuego lo mantiene ardiendo entre el altar de arcilla y la puerta. Tras el canto de introducción a la ceremonia, se suceden los demás cánticos acompañados por los tambores y la calabaza, instrumentos que van pasándose de mano en mano en el sentido de las agujas del reloj. Lo mismo ocurre con los mezcal-buttons que se consumen desde la apertura de la ceremonia hasta la media noche.
Las plegarias y cánticos terminan al amanecer, hora en que los participantes comparten un sustancioso desayuno antes de disgregarse para ir a cumplir sus respectivas obligaciones "con el alma en paz, y jubilosos de haber sentido entrar en sí a la divinidad." (4)
El antopólogo Weston Labarre, autor de El culto al peyote, piensa que "Acaso los aficionados al peyote hagan suya la frase del jefe comanche Quanah Parker, que alude a la superioridad del culto del peyote sobre el cristianismo: El hombre blanco va a la iglesia y habla de Jesús; pero el indio va a su tipi y habla a Jesús." (15)
Testimonios de la Iglesia Nativa Americana
Reuben Snake y Huston Smith compilaron el libro One nation under God: The triumph of the Native American Church (Santa Fe, Clear Light Publishers, 1996) que se originó con la finalidad política de ayudar a conseguir el derecho al uso sacramental del peyote, derecho que el Congreso aprobó antes de que el libro llegara a la imprenta, por lo que dicha publicación finalmente se convirtió en una celebración de la victoria de los nativos americanos y un testimonio del impresionante movimiento que promovieron para conseguir su meta.
En un libro posterior, La percepción divina: el significado religioso de las substancias enteógens (29), Huston Smith cuenta que su contribución al libro que realizó con Snake consistió en entrevistar a miembros de la Iglesia Nativa Americana (INA) acerca de lo que significaba para ellos dicha iglesia para mostrar cómo la fe que generan los enteógenos puede alcanzar proporciones que han requerido cierta institucionalización, aunque sólo sea de forma descentralizada y congregacionista como en el caso de la INA.
Estos son algunos de los testimonios que Smith reprodujo allí:
Voy a cumplir noventa y cuatro años, de modo que si quieren un ejemplo de alguien que haya tomado peyote toda su vida, creo que yo soy ese... Mi gente lo usa y encuentra guía espiritual. Cuando me siento en el tipi y comparto la medicina, me concentro y pienso cuánto deseo ser bendecido y en quién quiero rezar. El mundo exterior desaparece. Me siento humilde y los buenos pensamientos que acuden a mi mente me ayudan.
[Truman Dailey, oto de Mussouri]
Esto es todo lo que sé. Cuando empecé a ingerir esta medicina empecé a verlo todo. Ya no discutía con nadie. Ya no enfadaba con nadie. Eso es todo. Cuando empecé a tomar esta medicina empecé a pensar siempre en el Gran Espíritu, cada día.
[Una menomini de setenta años]
He vivido una vida de sobriedad durante veintitrés años. No fumo como solía hacer. No bebo alcohol ni consumo ningún tipo de droga, por la vida que llevo ahora en la iglesia nativa americana. Esto es lo que ha hecho por mí, por mi familia y parientes de ambos lados: mis cuñados winnebago, mis parientes sioux, mis familiares menomini, los creek, seminola, ottawa y iowa, mi gente que está en casa en Oklahoma.
[Johny White Cloud, oto de Missouri]
Cuando tomé peyote por primera vez me puse muy mal. Parecía como si hubiera vomitado varias botellas de whisky, varios rollos de tabaco y dos bulldogs. Esta acumulación de porquería representaba todos los pecados que había cometido. Con su expulsión me volví puro y limpio ante los ojos de Dios y sabía que si continuaba tomando peyote seguiría en esa condición. Me transformé en un hombre nuevo.
[Un winnebago]
Con los años el peyote me ha enseñado muchas cosas, aunque en realidad ha sido Dios quien lo ha hecho através de él.
[Andy Kozard, kiowa]
El jefe Peyote nos dice que nuestras reuniones son para hacer que seamos mejores indios, que seamos amigos y que dejemos de luchar. Cuando comemos peyote sentimos un cálido resplandor hacia los demás en nuestros corazones, como si ellos fueran nuestros hermanos.
[Ralph Kochampanaskin]
Mi corazón estaba lleno de pensamientos asesinos cuando tomé peyote pot primera vez. Quería matar a mi hermano y a mi hermana. Todos mis pensamientos se centraban en pelear. Algún espíritu del mal me había apresado. Hasta quería matarme a mí mismo. Cuando tomé esta medicina todo cambió. Empecé a querer a mi hermano y a mi hermana, a quienes quería matar. Esto es lo que la medicina ha hecho por mí.
[John Rave]
Nunca he visto colores ni he experimentado alucinaciones de ningún tipo cuando he tomado peyote. Lo que siento es que estoy sentada al lado mismo de Dios Creador. Me comunico con Él. Por supuesto no está físicamente, pero espiritualmente puedo sentir que está cerca de mí. Y cualquier cosa que pido en mis rezos siento que me oye... Parte de la experiencia de estar cerca de Dios es que la medicina te saca las cosas malas que llevas dentro. Si tienes malos pensamientos o si estás bajo de estado de ánimo, generalmente lo verás todo claro. De este modo, si no vives bien tu vida, el peyote te purifica. Te ayuda a limpiar tu espíritu...
[Patricia Mousetail Rusell, chayene del sur]
El peyote es mi Biblia. Sé lo que he de hacer y lo que no he de hacer. Cuando tomo ese peyote, me siento humilde y respetuoso en todo momento. El peyote no es como un narcótico. Cuando lo comes, tu mente se enfoca en el Gran Espíritu.
[Larry Etsitty, navajo] (29)
Aldous Huxley abre las puertas de la percepción al movimiento psiquedélico
Louis Lewin publicó en 1924 Phantastica un libro acerca de las drogas psicoactivas que hoy conocemos como enteógenos o visionarios para las cuales Lewin acuñó el término "phantastica". En este libro había un capítulo dedicado al peyote. La versión en inglés se publicó en Londres en 1931. Aldous Huxley, filósofo y escritor inglés, autor de Un mundo feliz, leyó la traducción de Phantastica y su entusiasmo por lo allí referido lo condujo a experimentar con la mezcalina en 1953 bajo la guía del psiquiatra canadiense Humprey Osmond.
Sus experiencias quedaron inmortalizadas en un ensayo que pronto se volvería un clásico: Las puertas de la percepción, publicado un año después.
Tras explicar detalladamente su experiencia, Huxley reflexionaba acerca de la ancestral necesidad humana de tomar "vacaciones químicas" para escapar de la propia personalidad y el ambiente hostil o aburrido en el que la gente habita comunmente: "alcohol y 'píldoras buenas' en el moderno Occidente, alcohol y opio en el Este, hachís en el mundo musulmán, alcohol y marihuana en América central, alcohol y coca en los Andes, alcohol y barbitúricos en las regiones más modernas". (13)
En su opinión, ya que éstos no son hechos exepcionales sino comunes en nuestras sociedades, le parecía mejor que las vacaciones químicas se realizaran con drogas como la mezcalina para sacar algún provecho de la experiencia. A sus ojos, "la mayoría de los usuarios de mezcalina experimentan sólo la parte paredisiaca de la esquizofrenia" y el alcaloide "sólo trae el infierno y el purgatorio a aquellos que han tenido enfermedades recientes, o que sufren de depresiones cíclicas o ansiedad crónica".
Huxley sostenía que era posible alcanzar a través de los estados místicos un conocimiento cósmico y más rico de lo que el hombre, con sus simples circuitos cerebrales, era capaz de conseguir y creyó encontrar en la mezcalina lo que buscaba: una llave para la ampliación del conocimiento y la conciencia.
Esto es lo que concluyó en Las puertas de la percepción, cuyas ideas influyeron a toda una generación que se lanzó a experimentar por su cuenta y riesgo:
No soy tan tonto como para igualar lo que pasa bajo los efectos de la influencia de la mezcalina o cualquier otra droga, preparada o preparable en el futuro, con la realización del fin y el propósito último de la vida humana: la iluminación, la Visión Beatífica. Todo lo que estoy sugiriendo es que la experiencia con mezcalina es lo que los teólogos católicos llaman "una gracia gratuita", no necesariamente la salvación, pero una ayuda potencial que hay que aceptar agradecidamente, si está disponible. Ser sacudido fuera de las raíces de la percepción ordinaria, que se le enseñen a uno durante unas pocas horas sin tiempo el mundo interior y el mundo exterior -no como aparecen a un animal obsesionado con la supervivencia o a un humano obsesionado con las palabras y los conceptos, sino como son aprehendidos, directa e incondicionalmente, por la Gran Mente- es una experiencia de inestimable valor para todos y especialmente para los intelectuales. (13)
Después de escribir este ensayo, Huxley probó la LSD, lo que supuso una experiencia aún más profunda para él y consideró que con esta droga podría alcanzarse una inteligencia mayor, más capacidad de amar y más espiritualidad, por lo que tras publicar un segundo ensayo, Cielo e infierno, donde relataba sus nuevas experiencias y profundizaba en sus anteriores reflexiones, se convirtió en el líder de una revolución cultural que penetró numerosos ámbitos sociales (ver más al respecto en LSD).
El turbulento infinito de Henri Michaux
En El infinito turbulento y otros libros que aún no han sido traducidos al español como Misérable miracle y Les grandes épreuves de l'espirit, el poeta belga Henri Michaux, relata sus experimentos con entéogenos. L'infini turbulent (1957) está casi enteramente dedicado a dar cuenta de sus excursiones psíquicas con diferentes dosis de mezcalina pura. Sobre sus efectos describe ingeniosamente:
Si, vueltos particularmente sensibles, captáramos, en lugar del la del diapasón, cada una de las cuatrocientas treintaicinco vibraciones dobles, que lo constituyen en apretado haz, habría más sensibilidad pero ya no oiríamos el la. Lo hubiésemos perdido. De este modo noto miles de unidades íntimas en las que no reconozco nada, aunque quizás su conjunto sea lo que se me antoja más habitual, más cotidiano, más corriente y quizá más mío. (16)
Michaux sufrió experiencias aterradoras y beatíficas que lo llevaron a asegurar que la mezcalina
contamina de ángel al hombre… provoca un estado absolutamente fuera de lo corriente, cuya experiencia sólo han conocido los místicos, esos drogados del ayuno, de las vigilias, de las oraciones prolongadas, agotadoras (aunque por eso mismo clarividentes) y unos cuantos locos, sin que ni unos ni otros hayan hablado totalmente, los primeros por discreción y miedo de causar daño atrayendo hacia lo que debe ser evitado, y los segundos por una insuficiencia de atención y de don verbal. (16)
Habida cuenta de sus experimentos, Michaux decidió otorgarle a la mezcalina los siguientes adjetivos "aceleradora, repetidora, agitadora, acentuadora, alteradora de todo sueño, interruptora, demostradora de la discontinuidad... corriente alterna."
Las certeras apreciaciones de Octavio Paz respecto a la prohibición de los enteógenos
El poeta y escritor mexicano Octavio Paz utilizó esta última descripción de Henry Michaux como título para una colección de ensayos en los que aborda el tema de las drogas visionarias: "Conocimiento, drogas, inspiración"; "Henri Michaux"; "Gracia, ascetismo, méritos"; "Paraísos"; y "El banquete y el ermitaño".
Justo en este último ensayo de Corriente alterna Paz resume certeramente el meollo del asunto respecto a la prohibición de los enteógenos:
Son un desafío a las ideas de actividad, utilidad, progreso, trabajo y demás nociones que justifican nuestro diario ir y venir. El alcoholismo es una infracción a las reglas sociales; todos la toleran porque es una violación que las confirma. Su caso es análogo al de la prostitución. Ni el borracho ni la prostituta ponen en duda las reglas que quebrantan. Sus actos son un disturbio, una alteración del orden, no una crítica. En cambio, el recurso a los alucinógenos implica una negación de los valores sociales y es una tentativa, quimérica sin duda, por escapar de este mundo y colocarse al margen de la sociedad. [...] Puede entenderse ahora la verdadera razón de la condenación y su severidad: la autoridad no obra como si reprimiese una práctica reprobable o un delito sino una disidencia. Puesto que es una disidencia que se propaga, la prohibición asume la forma de un combate contra un contagio del espíritu, contra una opinión. La autoridad manifiesta un celo ideológico: persigue una herejía, no un crimen. (18)
Las experiencias de Carlos Castaneda con "Mescalito"
En el verano de 1960, Carlos Castaneda, un estudiante de antropología de la Universaidad de los Ángeles California, aprovecha sus vacaciones en México para visitar el norte del país. Casteneda encuentra un chamán llamado Don Juan y a lo largo de aproximádamente diez años de experiencias comunes, escribe sus cuatro primeros libros que tienen un éxito comercial sin precedentes y provocan importantes polémicas culturales: The teachings of Don Juan (Laas enseñanzas de Don Juan), 1968; A separate reality (Una realidad aparte), 1971; Journey to Ixtlan (Viaje a ixtlán), 1972; y Tales of power (Relatos de poder), 1974. La primera versión en español de los mismos la realiza el Fondo de Cultura Económica en México entre 1975 y 1976 e incluye un prólogo de Octavio Paz.
En el primer tomo, el joven antropólogo sale en busca de un informante y va a dar con un brujo que le propone iniciarse en el universo de la brujería, es decir, hacerse su discípulo. El antropólogo acepta sin renunciar a sus objetivos científicos. En este primer libro, al tiempo en que relata experiencias verdaderamente fantásticas, intenta analizarlas sistemáticamente desde su posición de observador exterior amurallado en la antropología. El libro causa un fuerte impacto, tanto en el campo de la antropología como en el de la psicología experimental encabezada en Harvard por Timothy Leary, misma que cobra una influencia capital entre los hippies de la época, quienes no casualmente se pretendían "indios-blancos" por oposición a sus progenitores beat, a los que se calificó de "negros-blancos".
El aprendiz de brujo o "guerrero", según la terminología que usa Castaneda, debe "aprender a ver", es decir, a ver otra realidad desbordando la limitada capacidad de la percepción cotidiana.
Para este fin entran en juego la serie de enteógenos por cuya experiencia debe pasar el guerrero iniciado: Concretamente, el peyote (Lophophora williamsi) a cuyo espíritu se alude como "Mezcalito"; la "yerba del diablo" o toloache (Datura inoxia); y el hongo llamado "Humito" (Psilocibe mexicana o alguna otra variedad de hongos psicoactivos).
De acuerdo con José Luis Jiménez-Frontín en su ensayo "El desafío de Carlos Castaneda", entre mayor sea la resistencia al abandono de la percepción ordinaria mayor será la cantidad de enteógenos necesaria para aprender la lección:
A mayor resistencia a la aceptación de las nuevas realidades desveladas por las nuevas percepciones de la experiencia alucinada, mayor será el número de dichas experiencias, necesarias para el desmoronamiento de las antiguas 'descripciones del mundo' del aprendiz. Un círculo vicioso en el que, como le ocurre a Castaneda, puede irrumpir el primer enemigo: el miedo. Pero pueden ocurrir también otras cosas: la ruina física o mental del aprendiz o su encadenamiento por adicción a este tipo de experiencias. Un auténtico círculo vicioso, porque nadie que no sea un auténtico 'guerrero' puede osar introducirse en el mundo al otro lado del espejo y salir indemne: Mescalito mata, destruye a los intrusos y arroja a los débiles a los submundos de la locura o de la esclavitud. Pero los auténticos guerreros son, precisamente, quienes menos necesidad tendrán de la reiteración de tales experiencias y menos riesgos correrán por tanto. ¡Luego no se trataba, en último extremo, de una mística alucinógena, una mística del juego de la experiencia por la experiencia! (14)
En efecto, tal como lo confirma el propio Don Juan, dicha ingestión no constituye un fin en sí misma, sino el medio más elemental y transitorio para que el iniciado pueda experimentar la alteración de las percepciones y, de ser posible, acceder a la vivencia de "la otra realidad". En este proceso, o "senda de sabiduría" hay cuatro enemigos que persiguen al iniciado o "guerrero": en primer lugar el miedo, miedo a la experiencia misma de la otra realidad y a la pérdida del antiguo ego, un miedo capaz de paralizar el proceso desde sus inicios; una vez superado este enemigo, aparece el poder, un poder que es real pero que debilita al que se deja atrapar en sus redes, al que se convierte en esclavo de sus propias artes (para Don Juan el brujo que practica la magia negra no es más que un pobre, miserable "aprendiz de brujo"); superada la tentación del poder, acecha el enemigo de la clarividencia, el más peligroso espejismo, sólo superable con humildad y más clarividencia; llega por fin el último y más peligroso enemigo: la vejez, la decrepitud, el debilitamiento, la tentación del abandono, la "jubilación" en suma.
Desde la óptica pedagógica de Don Juan, el consumo de enteógenos es un medio entre otros; no obstante, desde la óptica del consumidor hippie de los sesenta se le ve como el único medio posible y, sin contexto alguno, se busca en la experiencia reiterada el sentido mismo de la existencia. Para muchas personas esto es visto como una profanación, para Jiménez-Fortín, más que profanación, se trata de una "adoración del sacramento".
En el segundo tomo, Una realidad aparte, Castaneda empieza a perfilar su ruptura con la antropología. Abandona definitivamente su papel de observador externo y esta vez narra sus experiencias desde la pura óptica de la experiencia personal; proceso que lleva hasta sus últimas consecuencias en los siguientes volúmenes. La reacción de los antropólogos es fulminantemente negativa y para desconcierto de la mística hippie, en los dos últimos libros, Castaneda rompe con la experimentación enteogénica para adentrarse cada vez en mayores complejidades. Sus narraciones dejan cada vez más claro que se trata de un proceso sin fin en el que las plantas sagradas son sólo un primer peldaño.
Las experiencias de Ann Shulguin con peyote y Alexander Shulguin con mezcalina
En los voluminosos libros PHIKAL y THIKAL, escritos por los esposos Shulguin, Alexander que es químico, enseña cómo sintetizar varias drogas psicoactivas, muchas de las cuales ha diseñado él mismo, y su esposa Ann que es terapeuta, enseña cómo utilizar algunas estas drogas en el contexto de la psicoterapia. Asimismo ambos exponen sus experiencias personales con distintas drogas y refieren muchas anécdotas interesantes relacionadas con el uso apropiado de las mismas (ver más al respecto en Cartografía de la experiencia psicoactiva).
La primera sustancia psicoactiva que ambos probaron, antes de conocerse, fue la mezcalina. Alexander en forma pura y Ann contenida en botones de peyote. Por caprichos de la sincronicidad, fue el mismo psicólogo, Sam Golding, quien le facilitó a Alexander la mezcalina y a Ann los botones de peyote y asistió a ambos en sus respectivos viajes varios años antes de que ellos se conocieran.
En abril de 1960, después de leer los trabajos del antropólogo Weston la Barre acerca del culto del peyote en México, algunos artículos técnicos respecto a la mezcalina y los libros de Huxley y Michaux, Alexander Shulguin tomó 400 miligramos de sulfato de mezcalina, mismos que según él, cambiarían el curso de su vida. En las páginas de PIHKAL relata este primer viaje:
[...] la esencia de la experiencia fue esta: Vi un mundo que se presentaba a sí mismo en múltiples disfraces. Estaba maravillado con el color que, para mí, no tenía precedente, ya que nunca había estado particularmente interesado en el mundo del color. El arcoiris siempre me había proveído de todos los tonos a los que podía responder. Aquí, de pronto, tuve cientos de matices de color que eran nuevos para mí, y los cuales nunca, incluso hoy día, he olvidado.
Este mundo era maravilloso también en su detalle. Podía ver las estructuras íntimas de una abeja metiendo algo en un saco de su pata trasera para llevárselo a su panal y estaba completamente en paz con la cercanía de la abeja a mi cara.
El mundo era una maravilla de penetraciones psicológicas interpretativas [...] Más que cualquier otra cosa, el mundo me sorprendía en todo lo que veía, como si fuese un niño [...] Como la piedra de toque que trae a la memoria la presencia de un sueño, esta experiencia reafirmó un milagro de excitación que había conocido en mi niñez pero que presurosamente olvidé.
La más imponente percepción de ese día fue que esta sorprendente remembranza hubiese sido traida por una fracción de un gramo de un sólido blanco, y sin embargo, de ninguna manera se podía argumentar que estos recuerdos hayan estado contenidos dentro del sólido blanco. Todo lo que había recordado vino de las profundidades de mi memoria y de mi psique.
Entendí que nuestro universo entero está contenido en la mente y en el espíritu. Podemos escoger no tener acceso a ello, podemos incluso negar su existencia, pero de hecho está adentro de nosotros, y hay químicos que pueden catalizar su disponibilidad.
Ahora es materia de historia que decidí dedicar devotamente todas las energías y habilidades que pudiera poseer para develar la naturaleza de esas herramientas de auto-exposición. Se ha dicho que la sabiduría es la habilidad de entender a otros; es el entendimiento de uno mismo lo que es la iluminación.
Había encontrado mi camino de aprendizaje. (23)
Alexander Shulguin se dedicó a partir de entonces a estudiar, sintetizar y probar principalmente sustancias cuya estructura química es similar a la mezcalina y la amfetamina, las llamadas feniletilaminas. El título de su primer libro PHIKAL, es un acrónimo de Fentilaminas que He Conocido y Amado (Phenethylamines I Have Known And Love) y THIKAL de Triptaminas.
Por su parte, Ann Shulguin relata que cuando el psicólogo Sam Goldwing le preguntó qué droga le gustaría probar como introducción al mundo de los psiquedélicos, también a principios de la década de los sesenta, ella penso:
Ya que había leído el bello recuento de Huxley acerca de su experimento con mezcalina, así como la amarga historia de Andre Michaux, le dije a Sam que me parecía que el cactus del peyote, ya que después de todo había sido usada durante siglos por miles de personas, lo cual que era un antecedente bastante impresionante, y realmente me encantaría probar. Añadí que no estaba segura acerca de las diferencias entre la mezcalina contenida en el peyote y la mezcalina sintetizada en el laboratorio, pero estaba lista para tomar cualquiera que pudiera conseguir. (23)
Sam consiguió 14 botones de peyote, así es que Ann y él tomaron 7 botones cada uno, pulverizados y mezclados con jugo de naranja. Su viaje inició cuando ella comenzó a ver un halo de luz alrededor de los muebles de su habitación en California, Estados Unidos. Luego ambos salieron a caminar hacia un parque, visitaron un acuario, el planetario, un jardín japonés y por último un restaurante italiano antes de regresar a casa de Ann. Este es un extracto de su largo y detallado recuento que he traducido para compartirlo aquí porque me parece fascinante:
Tenía una certeza absoluta de que lo que iba a ocurrir este día iba a cambiar mi vida de forma que ni siquiera podía comenzar a imaginar. Y sabía que estaba lista. [...] me miré en el espejo [...] Pensé para mí misma con la sensaciónde haber tropezado con algo verdaderamente importante: este es un buen ser humano; esta persona a la que estoy viendo es un tesoro. Todos sus fallos y fracasos no le quitan su calidez y su habilidad de preocuparse y amar, allí está. Vi los ojos reflejados a punto de llorar, y sentí un estallido de admiración por tal simpatía hacia mí misma. [...] no estoy exactamente acostumbrada a so. Supongo que la mayoría de las personas no lo están.
[...] Estaba mirando alrededor mientras caminaba por la acera, los edificios, los postes de luz; todo parecía emitir una luz sutil. Pasamos por un pequeño jardín en el cual los pequeños arbustos parecían presentarse a sí mismos, reclamando nuestra atención, nuestro reconocimiento. Les sonreí y les dije Hola [... ] unas cuadras despuésme di cuenta de que estaba caminando con pasos largos fácil y rítmicamente, y de alguna manera encajaba con todo alrededor de mí. Me estaba sintiendo completamente a tono, y todo lo que veía [...] era música. Al ser quienes somos, al sentir lo que sentimos, al movernos como nos movemos, todos estamos creando una silenciosa música [...]
Vi -con ojos de Van Gog- energía moviéndose hacia arriba del tronco [de un roble] por cada rama, estallando en pequeñas explosiones en forma de hojas; un árbol masivamente quieto y aún así vivo, en movimiento continuo, urgente. Supe que lo que estaba viendo era real; sólo había olvidado cómo verlo. [...] Levanté mi mano derecha inmovilizada de asombro. Era mi querida, fuerte mano cuadradaa de pianista que estoy acostumbrada a ver, pero su superficie entera era una masa de infinitos pequeños puntos en un movimiento increíblemente rápido. Supe lo que estaba viendo [...] Todo es energía, energía que asume formas de hierbas y conejos y cuerpos humanos y rocas, pero nos movemos en un mundo que hemos aprendido a ver estable, quieto, sólido. Me pregunté ¿a qué edad comenzamos a desenfocar este otro nivel de realidad? Debe ser muy temprano.
"¿Te importaría compartir algunos pensamientos?" me di cuenta de que Sam estaba siendo muy considerado, queriendo saber lo que estaba pasando, y aún así determinado a no entrometerse más de lo necesario. Sentí una oleada de calidez por este querido, obstinado, brillante rebelde, este hombre tan extraño, que se había tomado tantas molestias para abrir estas puertas para mí. Lo miré a los ojos y dije, "Gracias Sam. Muchas gracias por darme este día." Él pestañeó, se frotó vigorosamente la naríz, murmurando que el día todavía no se acababa; que aún faltaba mucho.
[...] Una certeza se esparció desde las plantas de mis pies, hacia mis piernas y el resto de mí, que la Tierra en la que estaba caminando es en realidad un cuerpo, un cuerpo vivo, que es una cosa sensitiva, con algún tipo de conciencia que aún no podía comprender, y que verdaderamente era La Madre. [...] Surgió en mí entonces la certeza de que toda la vida en este planeta está conectada en algún nivel inconciente; que cualquier cosa que sea sentida por cada uno de nosotros, la experimenta, de alguna manera que no puedo definir, todo lo demás que vive.
[...] recordé algunas frases que he leído en libros y artículos acerca de experiencias psiquedélicas, frases como "Todo está bien tal como está", y otras igualmente enfurecedoras, "Yo estoy bien, tú estás bien", que siempre me habían sonado insoportablemente fatuas y auto-satisfactorias. Frecuentemente pensaba enojada que los autores se habían olvidado convenientemente de los bebés en los botes de basura de Calcuta, la pena, el dolor, la soledad y el resto del planeta lleno de miserias. [...] Ahora - ahora tenía que retirar todo aquello, todo ese resentimiento, porque estaba comenzando a entender. [...] supe que todo en el mundo estaba haciendo exactamente lo que se suponía que debía estar haciendo; que el universo estaba en curso, y que había una Mente en algún lugar que sabía todo lo que pasaba porque era todo lo que estaba pasando, y que, ya sea que yo lo entendiera con mi intelecto o no, todo estaba bien. Simplemente lo sabía y sabía que trataría de comprenderlo más tarde, pero que ahora tenía que absorber la verdad acerca de eso...
[...] Sabía que podía entonarme con cualquiera que pudiera ver: todo lo que tenía que hacer era alcanzar con mi mente a una persona en particular y abrirme por dentro, para que lo que ellos eran y lo que ellos sentían pudiera alcanzarme. Soólo tenía que estar abierta, sin hacer ninguna evaluación o juicio, para experimentar ansiedad, cansancio, impaciencia, o contento.
Me examiné a mí misma y sentí mi cuerpo tarareando de nuevo y supe que enmedio de mi pecho había un radiante centro de energía, y otro justo arriba de mi ombligo, y que probablemente eran lo que los maestros espirituales de la India llamaban chakras. No podía recordar cuantos se supone que eran; cinco o siete, tal vez. De cualquier manera ciertamente estaba conciente de dos de ellos. [...]
Mi espina dorsal entera había sido activada; era un canal vivo de energía moviéndose entre la corona de mi cabeza y la base de mi espina. La intensidad era casi intolerable. Conforme continúe bajando por el lodozo camino, la carga de energía en mi espalda pareció transformarse de alguna manera, y me di cuenta de que estaba sintiendo algo por todo mi cuerpo que, si lo hubiese experimentado en mis genitales, podría haber sido reconocible como un orgasmo. No estaba confinado a los genitales para nada, pero ciertamente era un orgasmo que subía y bajaba por la espina, lo sentía en el pecho y estómago y piernas, en la cabeza, la garganta y vejiga. Estaba caminando sola como una persona ordinaria, experimentando el orgasmo total sin tener los ojos cerrados, sin ninguna pérdida de control o habilidad para pensar [...] La energía orgásmica continuó fluyendo a través de mí, cuerpo y mente. Noté que estaba en completo control de lo que decía, lo que hacía, y no podía recordar ningún momento en mi vida en el que mi proceso de pensamiento hubiera sido más agudo o más claro. Tenía absoluta confianza en mi propio juicio. [...]
El estado orgásmico estaba desvaneciéndose dulce y gradualmente, hasta un nivel de energía con menor presión y menor intencidad de la que había tenido antes. Existía y me movía en un campo de luz, y había un flujo estable, como una nota musical continua, por debajo, que sólo podía ser llamada éxtasis -una conexión con aquel aspecto de la Gran Mente, el Gran Espíritu, que era amor y felicidad y sonriente afirmación. [...] me senté en mi cama y lloré. Pensé en todo aquello por lo que había pasado, todo el dolor y la penalidades, toda la soledad y los sitios oscuros- todos ellos quedaban balanceados, pagados, contestados por este solo, extraordinario, bendito día.
Fui a mi librero, encontré Las puertas de la percepción de Huxley y, en el íntimo silencio de las primeras horas de la mañana, lo releí y lloré de nuevo, enviando amor y gratitud al autor por haber encontrado las palabras. Después apagué la lámpara y miré a través de la oscuridad aquella bella, divertida, tremendamente amorosa parte de Dios que era, le agradecí con todo mi ser, y me quedé dormida. (23)
Ann Shulguin retomó sus experimentaciones con psicoactivos varios años después y se convirtió en una eficaz terapeuta con la ayuda de psicoactivos como MDMA, 2-CB y su querida mezcalina, hasta que la prohibición y su necesidad de escribir acerca de sus experiencias la obligaron a tomar un descanso (ver más al respecto en Espiritualidad y terapias).
Las expediciones de ecoturismo a la zona huichola o los "Peyote tours"
En la década de 1980-1990 se podía encontrar en revistas como Magical Blend Magazine y Shaman's drum, anuncios de compañías de "ecoturismo" que ofrecían visitas a los "lugares de poder" huicholes y estudios de "avanzadas técnicas chamánicas de curación" con chamanes huicholes. En el número de otoño de 1986 de la revista Shaman's drum había tres anuncios de "peyote tours", y también había una carta a los directores de la revista escrita por la señora Valadez, artista y esposa de un huichol, quien se quejaba de que los occidentales que participaban en estos viajes ponían en peligro a los huicholes que los guiaban, ya que los soldados que patruyan el desierto podían verlos en compañía de "americanos", y ellos no saben nada acerca de las "búsquedas espirituales" y creen que los extranjeros vienen aquí por "droga" y acusan a los huicholes de vender drogas a los "jipis gringos", poniendo en peligro la subsistencia de sus rituales y tradiciones en el desierto. (17)
Preocupado por estas cuestiones, pero también por el peligro de extinción del peyote cuyo crecimiento es tan lento, Jonathan Ott expone en su Pharmacoteon:
Debido a que el péyotl tiene un rango tan restringido, y el cactus requiere más de una década para madurar, el abastecimiento es naturalmente limitado. Debido al CITES [Convenio del registro internacional de especies en peligro de extinción] es ilegal traficar con cualquier especie de cactus silvestre, aunque la venta de material cultivado está permitida. [...] Sugiero que la "Native American Peyote Church" y la "Peyote Way Church of God" establezcan jardines de Trichocereus peruvianus en los Estados Unidos, como medio de asegurar un abastecimiento renovable, seguro y continuo de cactus sacramental para sus ritos, y quitar así la presión de la extinción de los remanentes silvestres del cactus peyótl en Texas. Tal vez los chamanes sudamericanos del San Pedro pudieran ser invitados a asistir en una integración sintética de las mitologías del San Pedro y el péyotl. (17)
Las peregrinaciones de los "seudojipis de Coyoacán" a la zona de Real de Catorce
En la ciudad de San Luis habitan varios etnólogos y antropólogos dedicados al estudio de los coras y los huicholes que están bastante preocupados por la supervivencia de sus costumbres. Entre ellos, el antropólogo Joaquín Muñoz a quien entrevisté en 1997 en la Ciudad de San Luis Potosí, México. Él cree que los principales depredadores del peyote que crece en la Sierra Potosina no son los huicholes y mucho menos los venados, sino "los seudojipis de Coyoacán"; esto es para él: jóvenes habitante de la zona metropolitana de la Ciudad de México "que sin ningún respeto o conocimiento sobre las tradiciones de los huicholes, vienen a meterse peyote sólo para ver qué se siente".
A pesar de ello admite que el cacto aún no está en peligro de extinción porque "el peyote sabe como protegerse a sí mismo: crece en manchas [o sea en grandes conjuntos] y se esconde al abrigo de plantas espinosas que lo protegen de las miradas de todos sus depredadores." Muñoz reconoce además que si bien es cierto que en la zona cercana a Wirikuta ya no hay peyote que depredar, debido al "fenómeno del seudojipi coyoacanense que organiza peregrinaciones a Real de Catorce", las manchas han ido emigrando hacia lugares menos accesibles cuya ubicación exacta no quiso proporcionar para evitar la proliferación del mencionado fenómeno.
Los jóvenes capitalinos que con o sin conocimiento respecto a las tradiciones indígenas se atreven a traspasar la Huasteca Potosina en pos de una experiencia psicoactiva, sufren -además del menosprecio de los antropólogos- la intimidación y la extorsión del personal judicial parapetado en los múltiples retenes que hay en el corredor San Luis-Real de Catorce.
Aventuras de un amigo en el desierto mexicano
En 1999, entrevisté a tres amigos, Isabel (de Puerto Rico), Miguel (español) y X (mexicano) acerca de sus experiencias con plantas psicoactivas en México. X era el único de los tres que había probado el peyote y le hice algunas preguntas al respecto. Lo que sigue es parte de esa entrevista:
Karina: Cuando fui a hacer una investigación a San Luis, estuve platicando con unos antropólogos, y uno de ellos, [...] me dio todo un perfil del neojipi de Coyoacán y para él era un chavo que tenía entre diecisiete y veintisiete o treinta años, que vivía en la zona urbana del Distrito Federal, que no tenía cultura alguna, ni respeto por las tradiciones del México antiguo, y que estaba buscando ávidamente experiencias nuevas sin ningún tipo de conciencia, incluso ni siquiera ecológica ¿no? Digamos, tú que estás en el parámetro de edad correspondiente a ese fenómeno, ¿hay algo que te libre de caer en esa categoría de neo-jipi de Coyoacán?
X: Bueno, no lo había visto desde ese punto de vista, vaya, pero algo que me libra de eso es que nunca he vivido en el Distrito Federal. He vivido en Tijuana y en otras grandes ciudades con otro tipo de ambientes. Y no, no me considero así. No me siento parte de esa categoría porque me aíslo de involucrarme en cosa tóxicas, tú sabes que soy un poco ecologista… No, no entro en comparativa. Con lo que tú me conoces, tú puedes deducir por qué no entro en ese medio.
Karina: Bueno, yo te conozco, pero la gente que lea esto seguramente no, entonces, ampliando la pregunta, ¿tú cómo vez que haya este tipo de gente haciendo este tipo de cosas? ¿Crees que es una exploración válida o no?
X: Totalmente no. Estoy en desacuerdo. Yo mismo he sido de las personas que les molesta ver esa situación e incluso he entrado en participación por evitarlo cuando he estado allá. También cuando estuve en Chiapas, por Palenque, también hay grupitos así que hacen su camping, van así como totalmente a ver qué onda con los viajes de hongos porque los que pasan les informan y van a buscar ese tipo de aventura, pero muy inconscientemente, son patanes, totalmente, también fuera del DF van a hacer lo mismo que hacen siempre.
Miguel: A mí se me ocurre pensar que cuando hablamos de estas plantas enteogénicas, hay que ir con respeto porque esa es la función que tienen. Lo contrario al respeto sería la invalidación. Yo creo que esa es una actitud de reacción interna de rebeldía. Estás reaccionando más que actuando y yo creo que el perfil de la gente que tú nos describes, pues está en un proceso de invalidar a otros, en este caso pues a las plantas, al contexto en que están, etc. [...]
X: [...] La forma como yo lo he tomado al principio fue con guía, chamán también y fue algo así de no saber qué va pasar y un poco de temor y algunas cosas así muy extrañas… Fue en Real de Catorce por supuesto, en Watley. Y pues realmente no estaba muy decidido de si tomarlo o no tomarlo, pero después ya platicando y abriéndome un poco más con la gente que estaba en el grupo, me empezaron a decir, particularmente uno en especial, me empezó a decir que si yo había llegado hasta el desierto en esos momentos, ya estaba listo para recibirlo de alguna manera y que me pusiera a hacer un recuento de mi persona en los últimos días y ya solito iba a empezar a ingerirlo y efectivamente así fue. Solito empecé a caminar y a buscar mis familias… Entras en un trance totalmente alucinógeno. En sensaciones en parte físicas y en parte espirituales. Puedes llegar a hablar con cosas que coherentemente dice uno eso es ilógico pero ya en el viaje con peyote con el efecto de la mezcalina es totalmente lógico entrar en ese tipo de parámetros, ¿no? Entras en conversaciones que más que nada vienen a ser contigo, pero manifestadas en algo, en un cactáceo, en algún grano de tierra, cualquier cosa que se te presenta, incluso hasta en tu sombra. También depende de como traigas tú el ciclo de cómo procesar tu espiritualidad en torno al cactáceo, ¿no?
Karina: Y bueno, por la diferencia de edad, podríamos deducir que también hay una diferencia en tus compañeros de viaje ¿o no?
X: Prácticamente es muy alternativo mi medio. Como no es buscado ni es programado, es muy alternativo. Conmigo ha habido gente de sesenta, ochenta años, compañeras de cuarenta, amigos de veintitrés, pero particularmente más de los veinte años, ¿no? Y más que nada no busco a mis amigos, sino que los encuentro. En la cabaña que me llegué a alojar había unos argentinos, había gente de sudamérica, gente de Europa. También varían las edades pero podría decir que van en caravanas de backs/back-pack y algunos también son científicos… hay de todo ¿no?. Por ser alternativo mi medio, también tengo la oportunidad de ver las reacciones de gente que tiene muy baja su autoestima ¿no? En este caso la gente que va en grupos del Distrito Federal -esto fue por el 94, cuando fui al Quemado- había un grupo de chavos entre los veinte y los diecisiete consumiendo peyote pero con otras intenciones, en plan más por morbo, por adicción, no sé, por ponerse locos… Sin información.
Bueno, yo tampoco busqué información y no sé si fue un error o no, pero al llegar allá todo se me presentó relativamente muy tranquilo y sí llegué a retomar que entré con un guía espiritual, más que nada. Después ya tienes un tipo como de desprendimiento. Cuando tú ya estás en el viaje y llegas a comprender partes de ti, te desprendes de lo que es un guía. Incluso me llegué a adentrar tres horas más hacia adentro acampando tres días más y estando totalmente solo ya en un viaje solitario. Eso es ya como un desprendimiento. Pero no estás solo, siempre hay un contacto muy directo con lo que es la espiritualidad, con Dios… no sé, yo también me viajé mucho en eso. Sentí su manifestación a mi alrededor al grado de que no te da cabida a pensar en otro núcleo humano o natural como algo separado, sino que todo se te hace igual. Entras en una latitud en la que, como te comenté, incluso llegué a transformarme yo mismo en un tipo de cactus, sentir cómo los poros de mi piel se abrían y todas esas sensaciones mezcladas en lo físico y psíquico son totalmente fuera de serie. Algunas no te las podría describir porque también son como flashes muy repentinos. Hay también partes oscuras de ti en las que hasta ópticamente pierdes todo el sentido.
(Ir a la entrevista completa con Isabel, Miguel y X)
Las experiencias de un miembro del Foro de Chamanismo Esencial
Cuando fui moderadora del Foro de Chamanismo Esencial de la Red Latinoamericana de Luz tuve la enorme fortuna de recibir diversos relatos personales de los miembros de nuestra lista de correos procedentes de Estados Unidos, España y Latinoamérica.
Entre ellos me llamó mucho la atención el relato de mi paisano Mario Cervantes, donde daba cuenta de sus experiencias con el peyote y advertía acerca de los riegos que encontró al aventurarse solo en el desierto mexicano por primera vez. Así es que le pedí permiso para incluir aquí su relato. Afortunadamente él aceptó y lo complementó con más datos de interés general y ahora podemos compartirlo en este espacio.
Mi experiencia.
Gracias a los libros de Castaneda tuve contacto con un aspecto de la cultura y saber indígena que había sido ajeno a mí hace años, a pesar de vivir en un país en donde se hablan decenas de dialectos autóctonos.
Efectivamente los dos primeros libros, Las enseñanzas de Don Juan y Una realidad aparte, despertaron mi interés en las plantas alucinógenas y curiosidad en probarlas, pero a partir del tercer libro de nombre Viaje a Ixtlán, Carlos menciona que en su aprendizaje las plantas fueron adecuadas en él específicamente por ser "lento" usando el lenguaje de Don Juan y que éste no recomienda su uso. En los libros posteriores Carlos ya no menciona el uso de plantas alucinógenas, y en los libros de los otros miembros condiscípulos de Carlos, su entrenamiento no incluye (al menos no lo exteriorizan) el uso de estas plantas.
Años después leí el libro Toltecas del Nuevo Milenio, en donde Víctor Sánchez describe el modo de vida, los peregrinajes y las ceremonias de los Huicholes o Wirráricas, que son un grupo étnico casi sin influencia de la cultura occidental, a diferencia de la mayoría de las etnias en México. Ellos consumen cantidades enormes del peyote, ancianos, mujeres, hombres. No hablan de Cristo, pero sí hablan de el Padre Sol, la Madre Tierra, etc.
Víctor describe a los Huicholes como un pueblo en donde la magia se vive de manera cotidiana y natural. Sin embargo, según el relato Víctor y su grupo no consumen peyote al acompañar a los Huicholes en la peregrinación pero sí logran tener visiones y entrar a la "segunda atención", bastando una actitud especial y aprovechando la influencia de los "poderíos" (el poder del desierto, del fuego, etc).
Víctor en particular no recomienda el consumo del peyote, ni su visita a los lugares sagrados de los Huicholes. Él toma, en su contacto con diversos grupos indígenas, procedimientos, acciones, actitudes, que llevan por su propia fuerza y con ayuda de la naturaleza, a contactar el lado izquierdo, la segunda atención y descubrir el potencial de otro yo que hay en cada uno.
Paradójicamente a su recomendación, este libro fue "la inspiración" a un viaje solo, al lugar sagrado de los Wirráricas, con la intención de subir la Montaña Sagrada, sin visitar el desierto (que está en las faldas de la montaña y donde se encuentra el peyote o Híkuri).
Por aras del destino llegué el desierto y no a la mantaña. Y un lugareño me mostró el peyote y recomendaciones de cómo usarlo. Aunque se corta, se hace de manera especial para que no muera y puede regenerarse. Lo usé al atardecer. Debido a la lectura de algunos libros y alguna práctica en algunos tipos de meditación, medité un buen rato, para acercarme al silencio y a estar en paz para recibir lo mejor posible aquello que fuera a venir. Además, sabiendo las plantas seres conscientes, y más el híkuri (peyote), pedí perdón al cortarlo y explicarle mi intención de crecimiento personal y pidiendo su ayuda. Sentí que ceptó.
Entrada la noche y después de la meditación, sin fuego (el Abuelo Fuego es Sagrado para los Wirráricas, pero para entonces no sabía usarlo), consumí el peyote. El efecto comenzó muy lentamente. Su sabor no me gustó y me ayudé con agua para ingerirlo. Vomité un rato después, creyendo que por vomitar el peyote nada pasaría finalmente.
El efecto principal fue el acrecentamiento de la conciencia de mi vida, tuve una claridad tremenda de darme cuenta de cómo el miedo había afectado todo el transcurso de mi vida, de cómo detrás de mis supuestas decisiones se hallaba el miedo. No fue una conciencia racional, fue conciencia a nivel de un gran entendimiento, al mismo tiempo que vivía el terror corporalmente de manera concentrada que tenía en el cuerpo y particularmente en los riñones, literalmente sentía ataques de miedo en los riñones. De alguna manera mi conciencia se dividió en dos: una sentía el gozo de tener claridad y entendimiento profundos y otra sentía el terror en el cuerpo. (En este momento que lo escribo mis riñones se están "moviendo", están "recordando").
Quise "ver" utilizando algunas técnicas de clarividencia que había aprendido, pero fui completamente incapaz de usarlas con éxito. En ese momento me di cuenta que, para algunas experiencias no tenía capacidad volitiva para decidir tenerlas y en otros sí tenía esa capacidad volitiva. Podía pensar, pero no podía imaginar. Me cansé después de unas dos horas, pues tanta intensidad continua me desgastó. Quería descansar y salir del estado de conciencia, pero el efecto siguió fuerte unas tres horas más. Salía de la tienda de campaña y entraba. Al cerrar los ojos no podía conciliar el sueño, más bien veía figuras que aparecían, que me atemorizaban, serpientes que iban hacia mí, de tal manera que no podía cerrar los ojos por mucho tiempo ni descansar en esos momentos. Cuando estaba recostado del lado izquierdo, sin querer deslicé mi atención a los latidos de mi corazón, y en ese instante el ruido del latido aumentó tanto que me asusté y me levanté. Sentí cómo podía concentrar mi atención en lugares determinados de mi cuerpo, cómo si deslizara mi atención de un punto a otro.
Finalmente regresé a la Cuidad de México y durante unos dos días desperté con sobresaltos fuertes, estaba seguro que había algo ahí afuera, me daba miedo y me sentía paranoico. Me di un chequeo energético, y me di cuenta que tenía rasgaduras en el aura que me estaban haciendo susceptible a energías externas no necesariamente malas, pero sí inadecuadas para mí. Armonicé mi aura, y se fueron los sobresaltos. ¿Qué habría pasado si no hubiera aprendido previamente esas técnicas? No sé.
Esa fue en grandes rasgos mi primera experiencia. Me di cuenta de que debíamos ser extremadamente cuidadosos con esta planta, así como la necesidad de contar con recursos de asistencia para cuidado de uno mismo. Es mejor estar acompañado con gente de confianza, sobretodo en las primeras experiencias.
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Prometí al desierto regresar, y cuatro años después fui con un amigo, Paco. Para aquel entonces ya había conocido personalmente a Manolo Cetina y Víctor Sánchez de AVP* y había participado en algunas actividades con ellos, sobretodo con Manolo, de manera que conocía indirectamente un poco más de los Wirráricas.
La segunda vez fue igual de intensa pero radicalmente diferente. Estuvimos acompañados del abuelo fuego todo el tiempo durante la experiencia, y bajo su guía entré en un estado de conciencia interna de manera que experimenté algo que, según las descripciones de algunas personas que lo han experimentado, era El Ser. Al abrir los ojos tenía una realidad, al cerrarlos tenía otra. La capacidad de enfoque era más controlada, la experiencia fue luminosa, luminosa en conciencia. No sólo fue un estallido de conciencia y de entendimiento, sino fue un estallido de amor y paz. Mis riñones y mi cuerpo sentían el calor cuando se lo pedía al Abuelo Fuego. ¡Qué increíble sensación de sentirse despierto! Me sorprendía de cómo habíamos perdido la conexión profunda con nuestra existencia misma y con nuestro alrededor. ¡Cómo podíamos como humanos renunciar al derecho de sentir la conciencia de la vida! ¡Qué ironía sentía al saber que al retomar mi vida cotidiana, la cotidianeidad misma me intentaría absorber, y cuán probable era que yo sucumbiera, que olvidara una vez más!
Al día siguiente hicimos una vez más una casa al abuelo fuego, y estuvimos con él una buena parte de la noche. Sólo ingerimos una tercera parte de la cantidad del día anterior. No hubo estallido de conciencia. Pero no fue problema, pues estaba tan satisfecho de la experiencia del día anterior, que me sentía en paz, sin la necesidad de tener una superexperiencia, sentía que varias cosas en mí se habían acomodado. Disfruté de las estrellas, de la compañía de Paco, de las sombras del desierto y de las siluetas de cactus el en horizonte. Algún aullido a lo lejos acompañó la velada. Fuimos a dormir. Noches frías que sin bolsa de dormir pueden ser incómodas, créanmelo.
Hicimos el intento durante todo el día siguiente de llegar a la montaña sagrada, pero sucedieron "cosas" que finalmente nos impidieron llegar, como tomar un camino equivocado, de comenzar a sentir calambres, molestias entre compañeros que no habían aparecido en todo el trayecto, etc... Acampamos al final del día en la parte alta de una montaña vecina, y la montaña sagrada, Launarre, aparecía al frente y tan cerca de nosotros con el ririki tan claro en la punta, que pensamos que al día siguiente por la mañana alcanzaríamos la cumbre. Vi un águila que pasó arriba de nosotros y que descendía a una velocidad impresionante. No sé si me impresionó la velocidad en sí de su vuelo o ver que en unos segundos recorría montes que habíamos recorrido en horas. Al amanecer continuamos... y no llegamos: después de estar casi en la cima de una montaña vecina y tener la montaña Sagrada frente a nosotros, descubrimos, al acercarnos a esta, que entre ambas montañas había una cañada profunda que nos obligaría a descender lo ya ascendido y comenzar el ascenso de nuevo. Sólo pudimos tocar las faldas de Launarre y ver el ririki en la punta que se alejaba conforme descendíamos. ¡Launarre se alejaba por segunda vez! Dejamos unas pequeñas ofrendas en las faldas de Launarre al descender. Decidimos regresar a la capital porque el tiempo de viaje había terminado. Sentí que nos había faltado impecabilidad para llegar, y que los desatinos habían sido una fuerte lección. Estaba tan seguro de que esos sucesos tan comunes aparentemente se habían conjugado para darme al menos a mí una gran lección. Una lección sobre la importancia personal y la impecabilidad.
No sé si iré de nuevo algún día. No sería un viaje meramente personal. Tendría que aparecer un propósito dictado por el poder mismo, más que por mi razón. Regresábamos a nuestro campo de batalla, la Cuidad de México.
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El peyote está ahí, pero también está el desierto, está el fuego, está la montaña, estamos los humanos.
Estamos tratando con conciencia de diferentes tipos, pero con conciencia al fin y al cabo. Y como tal debemos tratar con ella, con ayuda de quienes saben tratar con ésta, al menos en un principio. Sólo nos podemos acercar a esta con humildad y respeto. Ellos nos ayudan a ver “aquello” que ya está allí, “aquello” es lo realmente importante.
La experiencia con alucinógenos puede ser un tesoro si se hace como se debe, pero de lo contrario creo que agrede a la naturaleza y también a nuestra integridad.
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Gracias al desierto, al peyote, a los wirráricas (que en persona conozco sólo a uno), a Paco, a Launarre, a Manolo Cetina, a Víctor Sánchez y por supuesto a Carlos Castaneda, que compartieron y comparten su magia en mi camino con corazón.
Mario Cervantes
* Arte de Vivir a Propósito (hoja en www.toltecas.com).
Manolo Cetina posteriormente sale de AVP y crea Conexión Natura (su hoja en www.naturaconnection.com), es fundador de una asociación de apoyo a los Wirrarica (ver hoja en www.nierika.org).
Algunas recomendaciones para el consumo no ritual del peyote en el desierto
Para evitar percances "en mentalidades sanas y decididas a emprender la excursión psíquica con el peyote", Antonio Escohotado (6) recomienda :
- escoger cuidadosamente la hora (al final de la tarde o entrada la noche) y el entorno (preferiblemente en contacto con la naturaleza)
- contar con la supervisión de guías, buenas compañías, o sencillamente amigos adecuados
- ingerirlo en ayunas paras potenciar los efectos visionarios y reducir eventuales náuseas y
- terminar el viaje con una comida abundante.
El antopólogo Joaquín Muños desaconseja el uso del peyote entre los "seudojipis de Coyoacán", pero pide que por lo menos:
- se corten con un cuchillo al raz del suelo, dejando la raíz intacta para no liquidar a la planta y
- nunca se coman en un contexto urbano para evitar cuadros de psicosis.
Por último, el farmacólogo Jonathan Ott propone: "Personalmente pienso que los extranjeros deben permanecer en sus casas y tomar LSD o cultivar sus propios San Pedro (Trichocereus pachanoi)" (17).
Esencias Chamánicas de México: Peyote
Utilizando las frecuencias vibratorias de diversas plantas ancestrales de poder que emplean en sus prácticas los chamanes mexicanos, el Dr. Luis Solana y Sentíes desarrolló algo que podría describirse como una combinación entre los remedios homeopáticos y los elíxires florales (de Bach). Los llamó Esencias Chamánicas de México.
Se trata de un set de 21 frasquitos con goteros que contienen agua a la cual se le han trasladado las frecuencias vibratorias de diversas plantas de poder. Cada molécula de agua, posee un polo positivo y un polo negativo, por lo cual actúa como un pequeño imán, adhiriéndose a sus moléculas vecinas para formar clusters, o sea, grupos de varios cientos de moléculas. Estos clusters son estructuras muy delicadas y sensibles a las influencias vibratorias, por lo cual pueden memorizar cierta información, según algunos científicos vanguardistas.
El ser humano está constituido casi por un 80% de agua y se supone que esta agua contiene información de sucesos que nos han ocurrido desde el momento de nuestra concepción hasta el tiempo presente, además de información de sucesos acaecidos a cualquiera de nuestros ancestros y que se han venido transmitiendo en nuestro linaje genético.
La capacidad del agua de ser afectada por las vibraciones está estrechamente relacionada con la actividad terapéutica de los remedios homeopáticos, de las esencias o elixires florales y con varias otras terapias alternativas. Se supone que la homeopatía y los remedios florales actúan debido a dicha capacidad del agua de guardar en su memoria, frecuencias vibratorias que al encontrar un nuevo hidroambiente comparten con éste su información. La hipótesis es que esta información resuena vibracionalmente con la información pre-contenida por el liquido corporal de destino y por lo tanto se reproduce un fenómeno dependiente de la ley física que establece que “si dos fuerzas energéticas de igual frecuencia y potencial se anteponen una a la otra, el resultado es la anulación de ambas”, así si oponemos un haz de luz a otro idéntico, el resultado será la oscuridad o bien, si se tratara de ondas de sonido, el resultado sería el silencio.
En el caso de las Esencias Chamánicas de México la información que contienen ayuda a anular memorias inconscientes de traumas personales o trasnpersonales (o sea pertenecientes a nuestros ancestros o a nosotros mismos pero antes de nacer). Varios terapeutas que han trabajado con ellos, como el Dr. Eduardo Grecco, afirman:
Los remedios Chamánicos que nos aporta el doctor Solana han demostrado en el trabajo clínico una eficacia significativa para alcanzar niveles muy arcaicos de los patrones ancestrales que nos atan al pasado y nos condenan a quedar prisioneros de circuitos de repetición de conductas. De esta manera he podido comprobar en mi práctica terapéutica personal, y en la de muchos de mis alumnos supervisados, que estos remedios ayudan significativamente, no sólo al alivio del dolor, sino a la transformación que nos ponen en el camino de la curación. (31)
En el caso concreto de la esencia del peyote, el Dr. Solana ha observado que sirve para lo siguiente:
PS3. Hikuri-Peyotl:
En lo Transfamiliar: Lo relativo a familias ambiciosas y controladoras.
En lo Kármico: Experiencias de mucha agresión o mucho poder.
En lo Transpersonal: Trabaja sobre los aspectos masculinos de la personalidad (Animus).
En lo Pre-personal: Desnutrición uterina o síndrome de Dawn.
A nivel Personal resulta ideal en pacientes rígidos, planificadores, dogmáticos, irritables, crueles, racionales e intolerantes, que no saben admitir las diferencias. (De ahí su accionar antialérgico).
Es la esencia del conocimiento, conecta con el anciano que habita en cada uno de nosotros y abre nuestra conciencia mejor que ninguna otra esencia, despierta capacidades conocidas como paranormales, tales como adivinación, telepatía, sanación, precognición, etc. (31)
MI EXPERIENCIA PERSONAL
El lunes 27 de noviembre escribí lo siguiente en mi Diario:
Hace unos días tuve mi primer encuentro con el peyote. Conseguirlo y buscar un lugar propicio para la experimentación me mostró hasta qué grado la prohibición internacional ha afectado nuestras raíces y envuelve de criminalidad actos antiguamente sagrados. Sin embargo, valió la pena, pues finalmente he descubierto mi verdadera vocación y he tenido una experiencia inolvidable.
Llegada a San Luis
Mi mamá y mis hermanos Daniel y Alejandra me fueron a llevar a la estación de autobuses, donde mi amigo Óscar ya esperaba impaciente. Compramos los boletos, nos despedimos de mi familia y abordamos el autobús.
Llegamos a San Luis como a las cuatro y media de la mañana y tomamos un taxi que nos llevó a la casa de Anoushka, la novia de Óscar. Dejamos las cosas allí y nos fuimos a caminar por el centro. Óscar es un excelente guía de turistas y San Luis Potosí de madrugada es una ciudad fantástica. Regresamos al amanecer y nos dormimos otro rato.
Anoushka me cae súper bien. Tiene 27 años, habla casi perfecto el español, da clases de antropología en una fundación de San Luis, adora a Óscar, le encanta darle celos, se desespera por la incapacidad de sus alumnos mexicanos para captar la esencia de lo que quiere que aprendan, no le gusta que la vean como extranjera, no le gustan los rodeos de los mexicanos que ella considera falta de franqueza, a pesar de ser holandesa le dan miedo las drogas, es austera en lo material y posesiva en lo sentimental.
La visión de los antropólogos
El sábado por la mañana nos fuimos con ella a la fundación. Ya había hecho arreglos para que ese día su jefe platicara conmigo sobre los huicholes y el peyote y para que un amigo suyo nos llevara el domingo a conocer Real de Catorce. Su jefe también es antropólogo, se llama Joaquín Muñoz, siente una gran reverencia por los pueblos indígenas y una gran aversión por los que no estudian su cultura y su idioma y sólo se interesan en sus ritos peyoteros. Esto no lo supe hasta después, así es que llegué, le platiqué algo de la tesis que pretendo hacer sobre las causas políticas detrás de la prohibición de ciertas drogas y la venta libre de otras, le mencioné mi libro [que se convirtió en esta web] y le enseñé la escasa información que llevo capturada sobre el peyote para que la complementara.
Nos dio muchos datos interesantes y otros exasperantes. Nos habló de Antonio Escohotado, a quien conoció en el 92 en un seminario que organizaron en San Luis en torno a las plantas alucinógenas y su uso ritual. Dice que Escohotado es "un flaquito mercenario que no da paso sin huarache", que cobra todas sus conferencias, que tiene una legión de chavas admiradoras, que le tiene miedo a su esposa y que en aquel entonces ¡la engañaba con la cantante Alaska! También habló pestes de Octavio Paz y todos los intelectuales y los "neojipis de Coyoacán que vienen a probar el peyote sin saber un pepino sobre los huicholes"...
Dicho lo anterior no nos quedaron ganas de pedirle que nos diera algunas orientaciones para encontrar peyote. De cualquier forma, durante la conversación, ya nos había asegurado que el peyote no está en peligro de extinción, que hay que buscarlo en otras zonas porque ha huido de los puntos tradicionales, que le gusta crecer en comunidades que se extienden formando manchas a la sombra de otras plantas para protegerse de las heladas, que es absurdo que un heredero de la cultura occidental le pida permiso a la planta antes de cortarla porque sólo es una planta y la cultura debe marcar tanto el ritual como las visiones del viaje.
También nos comentó que hace poco había encontrado granades manchas entre la ciudad de San Luis y el famoso pueblo minero abandonado Real de Catorce, a pocos metros de un retén, casi a la orilla de la carretera.
Aunque obviamente no concuerdo con la mayoría de sus puntos de vista, Joaquín Muñoz me cayó bastante bien por sincero y pendenciero, así es que terminé invitándolo a venir a la Ciudad de México al foro que planeamos hacer en la UNAM el año próximo. Aceptó y prometió enviarnos con Anoushka unas fotografías de una figura prehispánica con forma de peyote que su equipo encontró en Tamaulipas para que las reproduzca en mi libro [que con el tiempo se convirtió en esta web].
El resto de la mañana, mientras Anoushka daba sus clases, Óscar y yo nos fuimos a pasear de nuevo por el imponente centro histórico de San Luis.
Éste es mi amigo Óscar
Ésta soy yo
En un Palacio de San Luis
Esa noche Anoushka y yo estuvimos hablando acerca de sus temores de estacionarse en la carretera y bajar a buscar peyote porque en su condición de extranjera, y holandesa para acabarla de amoral, es muy fácil que la deporten. Comprendí que no era justo para ella que nos acompañara y quedamos en que el lunes nos presentaría con Ismael, uno de sus alumnos para que él nos llevara a buscar peyote a Óscar y a mí. Óscar no se enteró del asunto porque -en uno de sus desplantes wannabeats- se salió a caminar y volvió hasta la madrugada. Supuse que cuando regresara de su caminata nocturna Anoushka se lo diría, pero creo que no fue así y en parte por eso se súper enojo cuando al día siguiente pasó por nosotros Javier, un amigo-admirador de su novia y nos llevó en su camioneta hasta Real de Catorce sin detenerse cerca del retén.
Visita a Real de Catorce
Óscar y yo íbamos atrás de la pick-up aguzando la vista para tomar nota del lugar por si veíamos alguna mancha. Creímos ver algunas pero no estábamos seguros porque hay bastantes cactáceas parecidas y nunca habíamos visto un peyote "en vivo". Ya en el viejo pueblo minero -convertido en atracción turística y hábitat de algunos jipis- después de haber cruzado un extraño túnel de más de 2 km, Óscar me confesó a qué se debía la otra parte de su encabronamiento: los celos.
Mientras Javier y yo platicábamos con un viejo minero que vendía cuarzos en bruto y rocas iridiscentes maravillosas, Óscar y Anoushka se reconciliaron. A partir de entonces todos disfrutamos nuestro recorrido por el extraño lugar. Entramos a una iglesia chistosísima de "colores peyotescos" según Óscar; visitamos el toreo y el palenque acústico; vimos una lagartija de colores iridiscentes como las rocas; entramos a una mina clausurada, recogimos rocas de cuarzo en el descenso y nos fuimos a comer. Yo estaba extasiada capturando imágenes visuales porque se me olvidó la cámara, Anoushka se sintió felizmente celada y Óscar hasta se puso a platicar con Javier.
Regresamos por la noche. Esta vez me fui adelante con Javier. Durante la mitad del camino escuché sus tácticas para criar caballos de carreras y gallos de pelea así como los detalles de su causal de divorcio. Durante la segunda mitad me tocó responder todas sus preguntas sobre drogas "porque no todos los días se conoce a una experta y siempre es bueno saber de todo un poco, ¿no?"
El peyote viene a nosotros
El lunes por la mañana Anoushka se fue a trabajar. Cuando regresó comimos juntos y luego Óscar se fue en bici al parque Tangamanga y nosotras regresamos a la fundación. Allá encontramos a Ismael, uno de sus alumnos. Me presenté con él, le tiré el choro de la tesis y el libro y le dije sin rodeos que quería probar el peyote y que Anoushka me había dicho que quizá él pudiera guiarnos a Óscar y a mí para encontrar algunos ya que conocía muy bien la zona. A Ismael le agradó mi trabajo y me dijo, también con toda franqueza, que de hecho él había recolectado varios peyotes en su última visita al desierto y tenía algunos en su casa, que si queríamos, al día siguiente nos daría dos ejemplares para cada uno. ¡Así de fácil!
Yo estaba anonadada, desconcertada y feliz de que el peyote fuera a nuestro encuentro sin que nosotros tuviéramos que entrar al desierto por él.
Óscar llegó en esos momentos, le agradecimos mucho a Ismael su valioso ofrecimiento, platicamos con él un rato más y quedamos de vernos a las ocho de la noche del día siguiente para irnos juntos a una presa muy bella a comer el peyote. Nos aconsejó hacer un ayuno a partir de ese momento y a mí en especial me dijo que dejara de fumar. Saliendo de allí nos fuimos a un bar a buscar a Dominique, un antropólogo francés que según Anoushka podía platicarme más sobre los huicholes y sus ritos.
Resulta que cuando llegamos al bar, el tal Dominique estaba totalmente ebrio, no quiso platicarnos nada y se dedicó a tirarle la onda a Anoushka. Yo de plano me salí porque tenía unas ganas locas de fumarme por lo menos un tabaco. Para compensar mi ansiedad compré un libro sobre radiónica y me puse a platicar con los "neojipis" de la plaza de Aranzazú. Allá me alcanzó Anoushka feliz de haberle dado celos a Óscar nuevamente. Observamos toda la mercancía y compramos un cuarzo para Frida y una pipa de hueso para mí. Luego volvimos otro rato al bar para observar un connato de pleito entre Óscar y Dominique.
De regreso a casa pasamos por una fundación alemana donde encontramos a otros dos alumnos de Anoushka: León Lamm y su novia. León me cautivó, es un chavito ávido de conocer todo lo cognoscible sobre la faz del planeta. En cuanto me presentaron como "estudiante de la UNAM haciendo una investigación de campo sobre el peyote en San Luis", se propuso extraer de mí toda la información posible. Así es que nos fuimos los cinco a tomar un café. Resulta que el niño León está fascinado justo con el mismo libro que me recomendó el amigo de Jean-Pierre, Martín Montenegro antes de morirse: Una eterna trenza dorada de Göedel... Definitivamente habrá que conseguirlo.
Coincidencias científicas
Esa noche leí todo el libro de radiónica y me sorprendí nuevamente al encontrar confirmadas algunas teorías de la tesis de filosofía matemática dimensional de mi amigo Jean-Pierre [JP] y las de otro libro que estuve leyendo antes del viaje a San Luis: Mensajeros del paraíso (30), un texto muy disfrutable de Charles Levinthal acerca de los receptores opiáceos que fabrican nuestros cerebros, o sea, las endorfinas, y su papel dentro de la evolución humana .
Allí encontré en tinta ajena confirmaciones a las siguientes hipótesis:
1. Los seres humanos tenemos dos cerebros (que JP llama antropológico y gnóstico y Levintal reptiliano-mamífero y neomamífero).
2. Somos un experimento sobre la tierra (JP lo dice parafraseando a los supuestos amigos extraterrestres de Carlos Díaz y Levinthal por la inexistencia de un eslabón evolutivo que conduzca de los primates al hombre).
3. La existencia de una especie de "internet cósmico" en el que inteligencias superiores colocan información para que los humanos conectados en ese canal puedan "bajarla" (JP dice que las ideas llegan sincronizadas a ciertos hombres cuando es la hora de que las conozcamos y Levintal da ejemplos asombrosos del descubrimiento paralelo de las endorfinas por tres equipos distintos de investigadores).
El libro de radiónica apoya nuevamente la tercera teoría y se vislumbra la causa que JP alude sin explicitar: mientras no evolucionemos espiritualmente, el manejo energético, como es el caso de la radiónica, lejos de constituir un remedio contra el dolor, podría representar el aniquilamiento de la raza humana. Éstas es otra coincidencia entre los tres libros: directa o indirectamente tratan sobre el dolor y la evolución vinculándolos. Levinthal ve en la evitación del dolor el motor de la evolución y la radiónica ve en la evolución la evitación del dolor; Jean-Pierre, si bien entiendo, considera que ambas cosas van de la mano, no como causa y reacción, sino como procesos simultáneos; no como fines en sí mismos, sino como medios para otro fin aún intangible.
Paranoia nocturna
El día siguiente despertamos tardísimo y lo pasamos tranquilos, básicamente leyendo, andando en bici y comprando chucherías. Poco antes de las hora de la cita con Ismael pasamos a recoger los sleeping bags que Jean-Pierre nos prestó. Justo antes de salir llama mi mamá para preguntar por qué no me reporto. Luego me pasa a mi papá que enseguida me pregunta si ya probé el peyote. Me río y le digo que aún no, pero que estuve hablando sobre los huicholes y sus ritos con los antropólogos. Pregunta si todavía tengo dinero. Todavía. Me vuelve a pasar a mi mamá. Contesto sus preguntas y prometo hablarles para avisarles cuándo regresamos.
En la fundación ya está Ismael con una cara de friqueado que no puede con ella. Dice que ya lo pensó bien y resulta sospechoso ver a cuatro chavos acampando en una presa. Anoushka que había quedado de ir a vigilarnos se arrepiente. Óscar coincide, dice que nos vemos sospechosos con las mochilas. Ismael nos da los peyotes en una bolsa y se despide. Yo le agradezco audiblemente el gran regalo y le reprocho silenciosamente el abandono. Óscar dice que mejor mañana busquemos un lugar seguro para instalarnos. Yo me enojo y hago berrinche. Enciendo mi primer cigarro en 24 horas. ¡Me sabe a gloria! Óscar me abraza, lo dejo que me abrace mientras me quejo de la pinche prohibición, del pinche país que reniega de su sabiduría y reprime a quienes pretenden seguir sus ritos; de las pinches autoridades a quienes cuatro chavos con mochilas les parecen sospechosos...
Le digo que ya no incomodemos a la gente pidiéndole que delinca con nosotros, que mejor llevemos nuestros peyotes a la Ciudad de México y nos vayamos solos al bosque de La Marquesa. Él se encabrona. Hace su propio berrinche y camina solo mientras Anoushka trata de convencerme de que es más peligroso viajar con el peyote al DF que buscar mañana quien quiera infringir la pinche ley y pueda prestarnos un espacio para la experimentación.
Cuando regresamos a la casa, examinamos nuestros preciados peyotes y discutimos. Yo insisto en que ya no molestemos a nadie y nos los llevamos. Anoushka insiste en que hay que hablarle al Ñoño Flanders, o sea, Javier rebautizado por su novio, para que nos invite a su rancho. Óscar continúa en su berrinche silencioso que sólo rompe para pedirme que salgamos a caminar. "¿Ahora?", pregunto. "Sí güey. / Nel qué tal si nos ven sospechosos... / ¡Vamos carajo! / Bueno..."
Él dice que caminar tranquiliza muchísimo, yo ya estoy cansada de tanto caminar y andar en bici todo el día. Pienso decirle que caminar sólo tranquiliza a los wannabeats, pero me quedo callada y camino sin tranquilizarme. Después de un rato Óscar comienza a explayarse. Está molesto consigo mismo porque dejó todo en manos de Anoushka, cuando debió de haberse hecho cargo él mismo. Se siente responsable porque aún no hemos probado el peyote. Sabe que el día de mi cumpleaños mi papá me dio dinero para comprar un módem y conectarme por fin a internet, pero pensando que el Master de este juego de roll llamado Tierra ya proveerá, usé el dinero para algo que se me antojaba más prioritario. En fin que sintiéndose directamente responsable de que aún no probáramos el peyote, Óscar decide tomar el control. Me convence de que irnos a mi adorado bosque de La Marquesa en lugar de quedarnos en el desierto es un sacrilegio; de que no necesitamos la ayuda de nadie; de que mañana podemos rentar una bicicleta e irnos a cualquier lugar solos; y de que vayamos inmediatamente al Coyoacán de San Luis, o sea, a la Plaza Aranzazú para preguntarles a los "neojipis" por un sitio cercano, desértico y solitario.
Los neo dicen que vayamos a cualquier cerro de San Pedro, otro pueblo minero abandonado parecido a Real de Catorce, pero más chico, menos visitado y más cerca de San Luis. Propuesta aceptada. Vuelvo a dejar de fumar. de hecho les dejo a ellos el resto de mis tabacos. Óscar quiere ahora que vayamos a tomar un café. Yo le recuerdo que: "Anoushka se quedó sola en casa... / ¡Eso debiera decirlo yo! / Pero no lo dices porque eres un wannabeat." Caminamos hacia Carranza, rumbo al parque favorito de Anoushka para preguntar dónde rentan bicicletas. No hay nadie que sepa.
De regreso a casa ya estamos totalmente tranquilos, reconciliados y felices. Óscar sabe que adoro a los wannabets, que por eso hago teorías sobre ellos y que cuando lo llamo así no es con desprecio, sino con soslayada admiración. Y yo ya sé que, tal como me dijo Jean-Pierre después de que él y Óscar escenificaron en mi cuarto "una lucha de territorios", Óscar sí es del tipo de los que habrían "madreado" a JP en la secundaria. Cuando se lo pregunté dijo con una carcajada que "¡A güevo!" y añadió que en esa época era todo un "criminal en potencia". Regresamos a dormir con la intención de levantarnos temprano.
Excursión psíquica en San Pedro
Óscar madruga. Yo me despierto temprano y me entero de que ya fue a investigar lo de las bicicletas y sólo las rentan en el interior del parque Tangamanga. También averiguó que un taxi a San Pedro nos cobra cincuenta pesos. Aún tengo dinero, así es que ya la hicimos. El problema está en que allá no hay ningún tipo de transporte para regresarnos, pero no importa. Nos vamos y luego vemos cómo le hacemos. Ahora hay que lavar nuestros queridos peyotes y sacarles una foto:
El taxista nos deja en plena terracería y empezamos a explorar el bello y extraño sitio.
En un pequeño montículo hay un campamento con unas tres o cuatro tiendas de colores que contrastan con los tonos sepia del paisaje. Este es un pueblo aún más abandonado que real de catorce. Sin embargo, cosa rara, parece haber una familia de pobladores que conviven con las ruinas.
Vemos una pareja de turistas visitando lo que de lejos parecen ser cavernas, aunque ya de cerca se descubren como entradas de edificios construidas horadando el cerro mismo.
Subimos por entre los restos de antiguas casas. Son laberintos que te aprisionan cuando crees que vas llegando a alguna pendiente. Óscar quiere que nos instalemos en el interior de alguna ruina. Yo prefiero en el exterior, en la cima de algún cerro. Entonces cruzamos para subir al que nos queda enfrente.
Escalamos por una -para mí peligrosísima- cuesta de arena. Óscar sube con soltura porque no tiene miedo de caerse. Yo trepo casi a gatas anclada por mi inseguridad hasta que encontramos una vereda.
Óscar quiere seguir escalando. Yo quiero seguir por un camino que parece ascendente. Él trepa y yo camino pensando encontrarlo en la cumbre, pero la vereda conduce hacia el próximo cerro y no hacia la cima. Así es que no me queda de otra más que ponerme a escalar.
Y allí voy yo sola cargando una mochila que cada vez me pesa más. Ya no hay arenas, ahora hay piedras, cactos, espinos y hierbas. Estoy a la mitad y me siento extenuada, me falta el aliento y tengo taquicardia. En un momento dado experimento un miedo tan grande que sé que si no me controlo podría convertirse en pánico. Me detengo a descansar y trato de tranquilizarme pensando que mi acelerada frecuencia cardiaca y no el lugar o la soledad es lo que me perturba. Antes de reiniciar la marcha detecto que en realidad es la inclinación lo que me asusta. Pienso que en la planicie de la cima me tranquilizaré y me concentro en llegar. No obstante, conforme sigo subiendo (en pausas para que mi frecuencia cardíaca se mantenga moderada) alcanzo a ver que la cima no es plana. Miro hacia abajo, saco una foto y me convenzo de que descender sería más difícil que continuar.
Arriba ya debe estar Óscar y él sabrá cómo se baja un cerro desértico, pienso en un intento por refrenar otro ataque de miedo. Afortunadamente en eso escucho a Óscar gritando mi nombre. No lo veo, pero lo escucho aliviada. Le contesto y camino en dirección a él. Me regaña porque nunca le hago caso y se mueve seguro frente a mí hacia la única palma que hay en todo el cerro.
Mientras saca las cosas y acomoda los sleepings a la sombra de la palma, yo sólo pienso en sentarme para sentirme un poco segura y descansar. Lo hago, pero la seguridad no llega. Tengo la sensación de que me voy a resbalar si me descuido, así es que me arrastro hasta recargarme en la palma y asegurarme de que puedo abrazarme a ella para detenerme en caso de emergencia. Le agradezco enormemente su presencia y ya más tranquila, miro hacia abajo y esto es lo que veo:
Óscar en cambio está fascinado con el panorama horizontal. Dice que en el cerro de enfrente hay dos pequeñas cruces. No alcanzo a verlas. Me pongo los anteojos que sólo uso para leer y conducir, pero aún así apenas distingo las siluetas.
Después de beber agua y contemplar el paisaje, sacamos nuestros respectivos peyotes y nos los comemos gajo tras gajo. No saben tan mal como esperaba. Tampoco nos provocan náuseas.
Óscar está en su elemento. Sencilla y elegantemente busca unas varas. Me da una y se lleva otra cuando decide explorar el entorno. Como yo me siento totalmente fuera de lugar, decido quedarme con la palma y observar el paisaje que se extiende hacia mi izquierda con la luna difuminada entre los bellos azules:
Luego me concentro de nuevo en lo que hay frente a mí y escucho con claridad los regaños de una madre a su hijo y los llantos de éste. Decido que no es muy agradable y me pongo los audífonos para que Dadawa me acompañe. Cierro los ojos y me dejo llevar por los juegos de voz mientras espero con calma emocionada los primeros indicios de los efectos. Cuando los abro miro de nuevo hacia la izquierda, ¡descubro que ya se ha ido la luna! y saco la última placa del rollo:
Me quito los audífonos y me dedico a disfrutar los distintos tonos del cielo. Le doy gracias al Universo por salvar la vida de mi amiga Frida que sufrió un aparatoso accidente en Cuba hace unos días. También le doy gracias por acercar a nosotros el peyote tan fácil y rápidamente y porque en esos momentos me siento tranquilamente acompañada y protegida.
Minutos después Óscar aparece en mi campo visual. Lo saludo y mientras sube hacia mí lo veo muy alto, tan moreno, con la barba y el bigote al estilo del caudillo del sur y el sombrero colgando. "¡Zapata vive!" le gritan a veces los compañeros de la universidad cuando camina como ahora, muy dueño del suelo que pisa y llevando el pelo atado. En un instante entiendo la fascinación de Anoushka y sus demás admiradoras europeas. Pero además, en estos momentos, con la vara en la mano se ve como todo un guerrero de la tradición solar.
Se lo digo mientras se sienta a mi lado y me autocompadezco por sentirme como una hechicera lunar fuera de su elemento, encaramada en un cerro plenamente iluminado por el sol y no retozando en un bosque húmedo iluminado por los rayos de la luna. Le digo que el peyote es una planta masculina de la tradición solar y diurna, mientras que los hongos son femeninos, de la tradición lunar nocturna.
Él me dice que no debraye, que la luna refleja los rayos del Sol, que la energía es la misma y que el Sol también es mi dios. Indudablemente tiene razón. Así es que me asomo por la palma, del lado derecho y saludo al Sol. Luego nos recostamos de cara a él y platicamos sobre el argumento de un libro de Bradbury que Óscar está leyendo. Me cuenta que el hombre ilustrado tiene tatuajes en todo el cuerpo, y la gente ve en cada ilustración algún pasaje de su vida. Dice también que el sol tiene un halo color violeta. Yo no lo veo. Cierro los ojos y cuando los abro el cielo me parece más azul, pero el halo violeta no lo encuentro.
Me incorporo y me sorprendo como niña al descubrir que ahora veo las dos cruces del cerro de enfrente con total nitidez. ¡No lo puedo creer! Óscar insiste en que el sol entero tiene ya un tono violáceo. De repente escuchamos graznidos, miramos hacia arriba y nos encontramos con una parvada de aves de color ocre volando en círculos sobre nosotros. Óscar me grita emocionado que si no veo las estrellas verdes. Sólo veo a los pájaros que desde mi perspectiva parecen peces nadando en un mar azul intenso. Óscar quiere que vea las estrellas. Yo también quiero verlas, pero para mí no están.
Nos incorporamos juntos y ahora mi amigo-mago tiene frente a sí un gusano de colores. Siento que a mí no me va a hacer ningún efecto de tipo visual, que quizá necesitaba una dosis mayor para vencer mis resistencias. Para no caer en malos rollos, trato de substituir mi desilusión con la euforia de Óscar. Le pido que me describa con detalles todo lo que ve. Y él toma encantado el papel de lazarillo en un mundo visual al que por alguna causa no pude acceder.
Óscar es un niño fascinado que mira todo con un embeleso sonriente mientras grita: "¡Mira, mira! ¿Estás viendo esto?" Y como no, busca palabras para transmitirme el color verde-azul de las estrellas que danzan entre las aves sólo cuando éstas aparecen. Van y vienen y con ellas las estrellas, los gritos y la fascinación de Óscar.
Ahora no están y ambos escuchamos risas que vienen desde la derecha. Me recuesto y cierro los ojos para dejar que Óscar disfrute de sus visiones y ver si yo obtengo a cambio algún tipo de percepción corporal o algo así. Un nuevo, "¡Mira, mira!" algo que supongo que tampoco voy a ver, me hace incorporarme tardíamente para ver ¡¡a un zorro por detrás!! ¡¡¡Estuvo a unos dos metros de nosotros antes de correr cerro arriba!!!
Óscar quería tomarle una foto, pero ya no hay rollo. Ambos discutimos entre risas de asombro en qué gasté la última foto y si la cola esponjada sólo es propia de los zorros o si pudo habernos visitado un coyote. En eso regresaron las aves y las estrellas. Nos incorporamos. Me pongo a pelar mandarinas y naranjas que Óscar avienta hacia arriba para que las aves vengan por ellas y las coman. Cuando se acaban las frutas arrojamos galletas saladas que vuelan como pequeños freesbys y vaciamos el contenido de nuestras botellas de agua. Yo le entrego la mía a la palma que me prestó seguridad.
Mientras Óscar continúa extasiado con las aves y sus danzas, yo me clavo en la nitida contemplación de las dos cruces que poco antes apenas veía con los lentes puestos y que ahora veo estupendamente sin ellos. ¡¡¡Me parece un milagro en toda regla!!!
No entiendo cuál es la relación entre comer una cactácea y recuperar mi capacidad de visión paulatinamente perdida desde hace años. ¿Qué ocurrió dentro de mi organismo? ¿Qué neurotransmisores en mi cerebro pueden hacer que las deformaciones físicas de mis globos oculares causantes del astigmatismo y la miopía que tengo queden trascendidas de tal forma que ahora puedo ver perfectamente a la distancia? ¿Podré ver también de cerca? Saco un libro de la mochila y ante mi sorpresa, ¡veo el dibujo de la portada y las letras con profundidad, como si se tratara de un cuadro de tercera dimensión!... ¡Increíble! Comparto mi hallazgo con Óscar quien también ve los efectos de profundidad aunque no puede ver las letras...
Óscar se va a dar una vuelta en compañía de su bastón y yo me quedo pensando cómo es que pueden ocurrir tales prodigios. ¿Cuál será la explicación científica? ¿Acaso la mezcalina trasciende las leyes de la física que hasta esos momentos han venido operando en mis globos oculares? ¿El efecto será temporal o permanente? Si resulta ser temporal, quizá la mente no esté encadenada a la materia y pueda trascender sus limitaciones a través de la química. Y si el efecto es permanente, quizá la química puede suplir de alguna forma hasta ahora inadvertida los defectos físicos de mis globos oculares... Cualquier explicación al milagro resultaría asombrosa.
Este tren de pensamiento me lleva a recordar que en la radiónica se usan únicamente las frecuencias vibratorias de las drogas para curar. Con el libro de radiónica ya son tres veces que encuentro informaciones vinculando tan estrechamente las drogas y la sanación. ¿Por qué encuentro información confirmatoria en el transcurso de mi investigación sobre las drogas? ¿Todo se conjuga o yo estoy conjugándolo todo?
A partir de este punto pasé a cuestionar mi papel en todo esto: ¿Qué hace una escritora que estudia ciencias políticas investigando sobre drogas, vibraciones y evolución? Y la respuesta me pareció una obviedad que terminaba respondiendo mis preguntas anteriores: No soy escritora, ni soy politóloga, ni aprendiz de toxicóloga. ¡¡¡En realidad soy una investigadora!!!
¡¡¡UNA INVESTIGADORA DE LA CONCIENCIA!!! Ya que lo que investigo es siempre, directa o indirectamente, la conciencia humana, la mía y por extensión la de los demás...
Todo lo que he hecho hasta ahora es explorar esa conciencia. Primero la abordé en conjunto, desde la óptica limitada de la ciencia política, luego exploré mi propia conciencia, a través de la introspección que supuso la terapéutica escritura de mi novela The dark side of Satélite y otras búsquedas, y la que suponen todas las experiencias consignadas en las páginas de mis diarios... que a fin de cuentas no son pura introspección, sino una combinación de ésta y las comparaciones que efectúo entre mis amigas y amigos, mismas que siempre termino extiendo hacia hombres y mujeres...
Por otra parte, encontré que en mi investigación el tema de la evolución también va ligado a la evitación del dolor, aunque a mí me gusta distinguir entre dolor (que es físico) y sufrimiento (que es mental). Como el primer paso evolutivo que experimenté, -al menos concientemente- fue bajo el influjo de una droga (ver mi experiencia personal con la marihuana), desde entonces subsumo a las drogas en un complejo de evolución/evitación del dolor-sufrimiento. Eso explica mi subjetividad al tratar el tema de mi tesis, yo veo en las drogas lo que vi, lo que quiero ver, lo único que sigo viendo: una llave dimensional, un acceso a lo que JP llama virtualidad. Un acceso menos caótico, más claro, más seguro, y hasta cierto punto más controlable que los supuestos encuentros con extraterrestres y las disciplinas místicas de tipo meditativo, por ejemplo.
Pero quizá sólo sea un acceso adecuado para mí y para algunas gentes, para el resto puede ser todo lo contrario porque incluye los peligros de la desviación adictiva, del mal viaje, de la psicosis o la muerte misma; peligros que de alguna forma, para mí no lo son; peligros que he vencido y estoy transmutando en el control, la claridad y la seguridad que otros caminos no me ofrecen. Cosa que a fin de cuentas resulta un simple medio a través del cual se manifiesta mi verdadera naturaleza de investigadora de la conciencia...
La literatura es otro medio, ya que el fin no es la creación artística per se, el fin es, expresar los resultados de mi investigación de la conciencia. Y según percibía las cosas en esos momentos, tampoco éste parecía el fin último. Se me antojaba que investigar la conciencia era un objetivo temporal que se servía de herramientas como la literatura y las drogas para alcanzar la meta última de regresar al conocimiento total.
Entonces me di cuenta de que estaba desconectada de la totalidad, que yo era una microscópica parte de la conciencia estudiándose a sí misma y me sentí felizmente abrumada por la grandeza del Todo que algún día volveré a ser.
Durante unos preciados instantes asistí al milagro de percibir por primera vez un atisbo de La Realidad que han descrito algunos místicos: que formamos una unidad indivisible con todo lo que existe en el planeta.
Cuando mi azoro decreció, me preocupé por rescatar y potenciar la clara idea de que no soy escritora sino investigadora de la conciencia. Lo cual me tenía eufórica. Siempre había tenido problemas vocacionales graves y esta idea solucionaba todo de golpe con una sencillez y una elegancia impecables.
Sentía que al pensar que las drogas y la sanación estaban relacionados, no estaba "juntándolo todo" como había pensado anteriormente, sino que mi objeto de estudio englobaba todo esto y más: evolución, drogas, evitación del dolor, frecuencias vibratorias, radiónica, cuarzos... etc. Todo un mundo de cosas nuevas que estaba entrando de golpe por la ventana de mi vida en la que anteriormente sólo tenían cabida la ciencia y la literatura en compartimientos perfectamente distinguidos: lo comprobable era ciencia y lo demás literatura, ya sea ficción o ensayo especulativo.
En esos momentos los diques de mi cerebro estaban rompiéndose definitivamente y el contenido de los antiguos compartimentos estaba mezclándose en un mar de nuevas posibilidades. Un mar en donde no hacía falta comprobar para creer, donde la secuencia se invertía pues, ante la presencia de un fenómeno milagroso como la recuperación temporal o permanente de la visión de una persona bajo el influjo de una planta psicoactiva, lo conducente era investigar para saber por qué ocurría, en vez de negarlo por incomprobable; Negar la existencia de los milagros o las cosas aparentemente inexplicables me parecía ahora la mayor aberración y la ignorancia más abyecta. Lo más claro y fascinante para mí en esos momentos es que había que investigar cómo y por qué ocurrían tales cosas, ¡¡¡y esa era mi labor como investigadora de la conciencia!!!
Ya no tenía que preocuparme por publicar mi novela, sólo tenía que vivirla y disfrutarla... [Empecé a escribirla durante una crisis existencial muy fuerte en la que sentía deseos de suicidarme. Había dos personajas Gabriela y Karen que representaban mis tendencias contradictorias y casi al final de la novela se encontraban con una tercera: Eleusis, una viajera psíquica que les hablaba por primera vez del peyote y cuya aparición en realidad constituía una síntesis de las tendencias opuestas de los personajes anteriores y una nueva y esperanzadora reconstrucción de mi personalidad.]
Después de un rato Óscar regresó por mí, quería llevarme a caminar. En la euforia de haber descubierto al fin mi verdadera vocación y vislumbrando la aventura de disfrutarla, me dejé conducir por él sin ningún temor. Guardamos las cosas y comenzamos el descenso que, ayudados por las varas, resulta mucho más fácil de lo que pensaba. Venía recordando a Kerouac bajando sus montañas a toda carrera seguro de que no se caería cuando de pronto otro "¡Mira, mira!" de Óscar me hizo volver raudamente la vista hacia el pedazo de cielo que señalaba con su bastón: ¡¡¡había un halcón o un águila volando a pocos centímetros de nuestras cabezas!!! Óscar dice que era un halcón, yo digo que era un águila, pero fuera lo que fuera esta vez nos quedamos sin palabras.
Simplemente continuamos bajando en silencio con cara de no puede ser posible y sin embargo lo acabo de ver... hasta llegar a la vereda. Óscar me comunica entonces que va maravillado porque siente que no tiene cabeza y las piedras no son piedras. Yo coincido con ésto último. Me siento súper ligera y tengo la sensación de ir bajando por una cuesta de cereal esponjado como el Corn-Pops de Kellogs.
Cuando llegamos abajo Óscar se pone a recoger algunas piedras de colores bellísimos y me explica que aunque las ve como piedras, las siente como esponjas secas. Caminamos hacia el pueblo abandonado y en algún punto prometemos volver con Frida y Shopie para comprobar si los extraños y bellísimos colores de los vestigios de paredes son en realidad como los estamos viendo en esos momentos.
Viaje de regreso a San Luis
Después de un rato de caminar de nuevo en silencio llegamos a una plaza y nos sentamos frente a una iglesia. Óscar me pide que sea yo quien busque cómo regresarnos a San Luis porque él se siente aún demasiado high y todavía no recupera su cabeza. Frenta a nosotros hay tres carros y una pick-up. Los dueños de los carros son chavos que traen cervezas en las manos y están oyendo norteñas a todo volumen; así es que me dirijo hacia la pickup y le pregunto al conductor que cómo podemos regresar a San Luis. Me explica que no hay transporte y que la única opción es pedirle a alguien que nos lleve. Se lo pido a él. Voltea a ver a sus cuates y hasta que alguno de ellos asiente con la cabeza, me dice que sí. Pregunto a qué horas se van. En un ratito más, antes de que anochezca.
Regreso a sentarme junto a Óscar hasta que escuchamos que encienden el motor de la pickup. Agarramos nuestras mochilas y nos subimos en la parte de atrás con un chico que se llama Juan y una perra que se llama Topa. Como unos dos kilómetros abajo la pickup se detiene. Bajan Juan y la Topa y el conductor nos pregunta si queremos irnos adelante con él y un niño. Como ya anocheció y hace frío, nos pasamos con ellos.
Óscar sigue en su viaje y a mí me toca iniciar la conversación con nuestros anfitriones. Resulta que el conductor es geólogo y trabaja para una compañía canadiense que está explorando las viejas minas para ver si aún queda algo de plata y oro qué explotar. Óscar se integra a la plática cuando comenzamos a ver conejos que atraviesan el camino frente a las luces de la camioneta. Le pregunto al geólogo si hay zorros por la región y dice que sí y que los coyotes no tiene la cola esponjada, así es que sin duda alguna nos visitó un zorro. También dice que hay halcones, águilas y zopilotes. Éstos últimos son muy grandes y tienen el cuello blanco, así es que quedan descartados. Sólo queda águila o halcón. Óscar dice que fue un halcón yo prefiero pensar que fue un águila...
Ahora son ellos los que platican sobre las condiciones laborales y el sueldo en dólares que paga la compañía canadiense. El geólogo viene oyendo norteñas y de repente cambia de estación. Escucho las primeras notas de una rola que me encanta, le pido que regrese a ese canal, lo hace, sube el volumen y disfruto emocionada de una canción que verdaderamente me fascina y aún no sé quién la toca. El coro dice:
I don´t mind the sun sometimes, the images it shows
I can taste you on my lips and smell you in my clothes...
Sinerman and sugary and softly spoken lies,
you never know just how you look through other peoples eyes...
El geólogo, que también se llama Óscar, nos deja en San Luis, justo donde tomamos el taxi esa mañana. Caminamos hacia la casa y de repente veo en el escaparate de una librería un libro con un ojo que me llama la atención. Aún veo perfectamente y alcanzo a leer el título sin esforzarme en enfocar. Se trata de El yo cuántico, cuyo subtítulo resulta una especie de alerta: "Naturaleza humana y conciencia definidas por la física moderna" (27). ¡Justo en cuanto asumo mi vocación de investigadora de la conciencia, se me aparece un libro que define mi objeto de estudio a través de la física moderna! No cabe duda de que se tarta de una señal de confirmación e inmediatamente entro por el libro.
Cuando llegamos a la casa Anoushka está enojada y yo prefiero dejarlos solos e irme a cenar enchiladas potosinas. Camino por Carranza con los audífonos puestos sintonizando el 96.9 de San Luis que es donde habían pasado la rola fascinante y me siento tan feliz cuando veo la luna sobre mí que me pongo a cantar y bailar sola como acostumbro.
Llego hasta el centro -y como era de esperarse un 20 de noviembre en mero San Luis, cuna de la Revolución Mexicana- hay una gran verbena popular. El gobernador y sus secuaces están presenciando un concurso de danzón conducido por tres maestros de ceremonias que se arrebatan la palabra del modo más patético. Encuentro un puesto de enchiladas y como recomienda Escohotado para terminar una gran sesión de peyote, ceno a lo grande mis deliciosas enchiladas, unos maravillosos hotcakes de postre y mi premio final: un buen tabaco. Después continúo andando por allí observándolo todo hasta que me canso y camino de regreso.
En un café al aire libre que está en el callejón de la plaza de Aranzazú hay varios chavos en una mesa y justo cuando voy pasando delante de ellos, alguno le comenta a los demás mientras me señala. "Hace rato vi a esa chava caminando por Carranza bien pacheca". Una de sus amigas le dice: "Ssh que te va a oír". Lo cual me encabrona todavía más. Me volteo hacia la mesa y le grito al tipo: "¡No estaba pacheca imbécil! ¡Estaba feliz!" Y continúo caminando y temblando de coraje. Estoy igual que el protagonista de Volver al futuro cuando alguien le dice gallina y explota. Siempre me pongo fúrica y reacciono con violencia cuando alguien me insinúa siquiera algo relacionado con pachequez o adicción, y peor aún si se le ocurre utilizar la palabra que más odio "drogadicto", para referirse a mí o alguien más en mi presencia... Es automático.
Tampoco esta vez supe por qué me enfurecí al enterarme de que un descerebrado habitante de la pinche ciudad más conservadora del país confundiera mi felicidad con pachequez. ¿Por qué no me reí y lo olvidé? ¿Por qué no fui a explicarle que la euforia debiera ser el estado natural del hombre? Mientras seguía temblando y buscaba una respuesta lógica sólo resonaba en mi cerebro la estrofa de mi canción fascinante: you never know just how you look through other peoples eyes...
Cuando regresé a la casa de Anoushka, tal como esperaba, mis amigos ya estaban reconciliados y andaban de luna de miel, por lo que me dejaron encerrarme a leer a gusto las primeras páginas de El yo cuántico. Desgraciadamente la magia de mi recuperación visual ya había cesado y tuve que usar de nuevo mis lentes para leer la contraportada:
Inspirada en los fascinantes hallazgos del munso subatómico para brindarnos un nuevo modelo de la conciencia humana, la autora trata las interrogantes eternas:
* ¿Aporta la física moderna el fundamento para que nuestra conciencia perdure después de la muerte?
* ¿De qué manera se imprime en nuestro sentido del ser el mundo material?
* ¿Existe un manantial subatómico del cual brote nuestra creatividad, nuestra empatía con los demás, y nuestro sentimiento de unidad con el mundo inanimado?
Danah Zohar nos muestra un modelo de realidad en el que el universo mismo puede poseer un tipo de conciencia, de la cual la conciencia humana es una expresión. Desde esta perspectiva podemos llegar a vernos como pensamientos en la mente de Dios. (27)
¡Danah Zohar! ¿Una mujer en el abstracto campo de la física cuántica? Qué ruptura de paradigmas, pensé y seguí leyendo para enterarme de que es licenciada en física y en filosofía, con estudios de posgrado en religión, tiene dos hijos y vive en Óxford, ¡qué envidia! Además su esposo es psiquiatra y colaboró con ella en el libro...
Puedo escribir con toda sinceridad que nunca antes había experimentado un shock tan grande con ninguna otra lectura. Y ahora sé que no es sólo mi cerebro investigador el que se conmocionó con lo que más se ha acercado a ofrecer una explicación global de lo que hace tiempo estaba buscando. A Frida le ocurrió lo mismo cuando se lo platiqué por teléfono. Es más, creo que a ella le impactó más que a mí por el proceso de su accidente que ella ve como un renacimiento. Y eso que apenas estoy en el tercer capítulo porque tengo que leer cada página como unas tres veces para comprenderla bien. De hecho debiera seguir leyendo antes de estar sacando mis propias conclusiones mareadoras, quizá Danah Zohar llegó a otras y yo estoy alucinando barato y transmitiéndole a Frida mis debrayes. Sí, ceo que mejor me voy a leer y aquí le paro al recuento...
FUENTES DE CONSULTA ACERCA DEL PEYOTE
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4. Brau, Jean Luis: Historia de las drogas, Bruguera, España, 1973.
5. Cobo Quintas, Cristobal: "Carlos Castaneda, el enigma del última nagual"
6. Escohotado, Antonio: Guía de drogas, las lícitas y las otras, Ómnibus-Mondadori, España, 1990.
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8. García Piñeiro, Juan José: En busca de las plantas sagradas, Col. Nagual, Ed. Gaia, España, 1996.
10. Goodman, Alfred et all: Goodman y Gilman. Las bases farmacológicas de la terapéutica, 8va. edición, Panamericana, Argentina, 1991.
11. Haerner, Michael J.: Alucinógenos y chamanismo, Guadarrama, Madrid, 1976.
12. Heffern, Richard: Secrets of the mind-altering plants of Mexico, Piramid Books, USA, 1974.
13. Huxley, Aldous, The doors of perception and Heven and hell. Perennial Library, NY, USA, 1990.
14. Jiménez-Frontín, José Luis "El desafío de Carlos Castaneda" en 6 ensayos heterodoxos, Madrágora, España, 1976
15. Labarre, Weston: El culto del peyote, Premiá, México, 1987.
16. Michaux, Henri: El infinito turbulento. Experiencias con la mezcalina, Premiá, México, 1989
17. Ott, Jonathan: Pharmacoteon, Natural Products Co., USA, 1996. (Traducido recientemente por La Liebre de Marzo).
18. Paz, Octavio: Corriente alterna, Siglo XXI, México, 1967.
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20. Roquet, Salvador y Pierre Favreau: Los alucinógenos: de la concepción indígena a una nueva psicoterapia, Prisma, México, 1981.
21. Schaefer, Stacy: "The crossing of the souls: Huichol perceptions of peyote", Shaman's drum, Spring, USA, 1996.
22. Schultes, Richard E. y Hofmann, Albert: Plantas de los dioses. Orígenes del uso de los alucinógenos, FCE, México, 1993.
23. Shulgin; Alexander & Ann: PIHKAL, Transform Press, USA, 1995. En Internet: http://Hyperreal.com/drugs/pihkal/
24. Shulgin; Alexander & Ann: TIHKAL, Transform Press, USA, 1998. En Internet: http://Hyperreal.com/drugs/tihkal/
25. Urbina, Manuel: "El peyote y el ololihuqui", Espacios, No. 20, año XIV, ICSH, México, 1996.
26. Weil, Andrew & Winifred Rosen: Del café a la morfina, Integral, Barcelona, 1993.
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29. Smith, Huston: La percepción divina, el significado religioso de las substancias enteógenas, Kairós, Barcelona, 2000.
30. Levinthal, Charles F: Mensajeros del paraíso, Gedisa, Madrid, 1989.
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