DATOS GENERALES
Origen
Antes del reconocimiento oficial de sus cualidades terapéuticas, la belladona, cuyo origen es europeo, estuvo vinculada a la brujería y a múltiples historias de envenenamientos célebres.
Etimología
El nombre científico de la belladona, Atropa belladona, deriva de Atropos la inevitable hija de la noche y Erebeo, la más vieja de las tres parcas encargadas de cortar el hilo de la vida. Esto da una idea sobre su grado de toxicidad. Según Arias Carbajal (1) se le llama belladona por el uso que las damas romanas hacían de su jugo para embellecerse el cutis; según Brau (4) viene de la propiedad midriática de su alcaloide que, dilatando las pupilas, hace hermosas a las mujeres; y según Saury (18) viene del uso cosmético que se le daba para embellecer la mirada de las damas.
QUÍMICA
Identificación
La planta crece a la sombra de los árboles, en colinas boscosas o yacimientos carboníferos; puede alcanzar una altura de metro y medio. Sus flores son de color púrpura oscuro.
El fruto que contiene 0.1% de atropina, es una baya esférica y negruzca del tamaño de una cereza.
Usualmente la raíz tiene concentraciones mayores del alcaloide que van del 0.4 al 0.6%.
Imagen escaneada del libro "Drogas"
Composición
El principio activo de la Atropa belladona es la atropina, aislada por Mein en 1831; aunque también presenta concentraciones menores de escopolamina.
Comercialmente, la belladona se puede adquirir en México bajo los nombres de Alepsal®, Belminal®, Citrobel®, Donnazyne®, Pulmovital®, Trinergot®, etc. La atropina sola se comercializa como Atropin®, Lumitropil®, Nablan®, Pavenal®, etc.
Formas de adulteración
Ninguna.
FARMACOLOGÍA
Mecanismo de acción y formas de empleo
En la medicina herbolaria suelen prepararse cocimientos con las bayas y la raíz de la planta. En la medicina moderna la belladona se aplica localmente en forma de solución durante intervenciones oftálmicas, y en tabletas, cápsulas o gotas de administración oral. Los efectos comienzan entre los 15 y los 30 minutos. Al llegar al cerebro en dosis bajas, la atropina bloquea los receptores de la acetilcolina deprimiendo los impulsos de las terminales nerviosas; en dosis elevadas, se presenta una estimulación antes de la depresión.
Usos terapéuticos
En la terapéutica herbolaria «esta planta narcótica que tan buen servicio proporciona a la Medicina y en general a la humanidad doliente», según Arias Carbajal, (1) se aplica en caso de neuralgias, tos nerviosa, asma, convulsiones, coqueluche, epilepsia, constricciones espasmódicas y algunas enfermedades de los ojos. En la medicina moderna se utiliza para bloquear los impulsos de las terminaciones nerviosas previniendo las contracciones de los músculos involuntarios, a tal grado que difícilmente puede llevarse a cabo una operación de los ojos sin la ayuda de esta valiosa droga. (11) La atropina se ha utilizado en conjunción con la levadopa para tratar la enfermedad de Parkinson. Se emplea también como diurético, sedativo, analgésico leve y antídoto contra la intoxicación por hongos que contengan alcaloides muscarínicos como el Amanita muscaria.
Dosificación
Dentro de la medicina herbolaria, para cada aplicación intraocular se requieren entre una y tres gotas de extracto de hojas de belladona; para preparar linimentos de aplicación cutánea, 5 gm de hojas o 2 gm de la raíz pulverizada; para ingestión oral, entre 5 y 15 gotas de bayas maceradas en alcohol. En usos rituales o recreativos se utilizan dosis más fuertes. Suelen ingerirse tres o cuatro bayas, o extractos alcoholatados en proporciones que fluctúan entre los 10 y los 15 gm por toma. En la medicina occidental las dosis terapéuticas bajas van de 0.5 a 1mg y las altas de 2 a 5 mg; más de 10 mg se consideran peligrosos.
Efectos psicológicos y fisiológicos
Dosis leves reducen la salivación y la sudoración. Con dosis mayores aumentan el pulso y el ritmo respiratorio, la acción de los músculos involuntarios decrece, la frecuencia cardiaca se acelera, la dilatación de las pupilas es muy marcada y se inhibe la acomodación ocular, es decir, el cristalino se fija para la visión lejana y los objetos cercanos se ven borrosos. Cuando la atropina se aplica directamente al ojo, la acomodación y los reflejos oculares no se recuperan durante 7 a 12 días. Con dosis aún mayores se inhibe la micción y se presentan alucinaciones visuales y auditivas. Según Brau: “Los granos arrojados a carbones encendidos dan vértigos seguidos de alucinaciones. Los objetos pequeños adquieren dimensiones enormes. Se ven también sucesiones de puntos luminosos en forma de lluvia de oro, lo que a veces hace que se le dé el nombre de Alucinación-Danae.” (4) El uso prolongado puede causar estreñimiento crónico. No se ha confirmado daño genético en humanos; sin embargo, algunos estudios con animales arrojan anormalidades fetales.
Potencial de dependencia
La belladona no provoca tolerancia ni adicción física o psicológica. Su retiro no supone síndrome abstinencial alguno.
Qué hacer en caso de emergencia
Un síntoma peculiar de la intoxicación por belladona es la pérdida completa de la voz, aunada a movimientos continuos e incontrolados de los dedos y las manos.
El experto en medicina herbolaria Arias Carbajal asegura en su libro Plantas que curan y matan que: “el uso de la Belladona reclama mucha prudencia, siquiera administrada a dosis un poco elevadas produzca vértigos, náuseas, dilatación de las pupilas, delirios, algunas veces inyección en la cara, alucinaciones y con frecuencia la muerte, como remate a este cortejo de funestos accidentes.” (1) En caso de envenenamiento accidental recomienda tomar lo más pronto posible alguna sustancia que provoque vomitivo, como un vaso grande de vinagre caliente o agua de mostaza, posteriormente un vaciado estomacal seguido de una dosis de magnesia, estimulantes como café cargado, y de ser necesario hay que ayudar al paciente con respiración artificial.
HECHOS INTERESANTES
Régimen legal actual
La belladona es una droga legal, puede cultivarse y venderse libremente. Sus preparados médicos no requieren receta médica.
Leyendas europeas
Las ménades de las orgías dionisiacas en la mitología griega, se arrojaban con los ojos dilatados a los brazos de los hombres que adoraban a este dios, o bien "con los ojos de fuego", caían entre los hombres para despedazarlos y comérselos. El vino de las bacanales frecuentemente era adulterado con jugo de belladona. Otra creencia de la época clásica sostenía que los sacerdotes romanos bebían belladona antes de hacer las súplicas de victoria a la diosa de la guerra. (5)
De acuerdo con algunas tradiciones orales que se conservan en tierras europeas, el espíritu que habita dentro de la planta de belladona sólo sale una noche al año: la noche de Walpurias, cuando se prepara para celebrar el Sabbath con las brujas. En tierras célticas hay una superstición que vincula a la belladona con una hechicera encantadora a la que es peligroso mirar, aunque una versión más generalizada sugiere que cierta secta de sacerdotes tomaba una infusión de belladona para honrar e invocar la ayuda de Bellona, diosa de la guerra. (4)
La verdadera historia de las escobas voladoras
Dentro de la denominada botánica oculta se supone que tiene propiedades muy semejantes al beleño y es otra de las varias plantas que entran en la composición de la pomada de las brujas. "Sus hojas secas y trituradas mezcladas con azafrán y alcanfor constituyen un perfume mágico para ahuyentar las larvas del astral." (17)
Según afirman Shultes y Hofmann en Plantas de los Diosesfue durante la Edad Media cuando en Europa la belladona asumió el papel más importante en la brujería y en la magia. Era uno de los principales ingredientes de las pócimas y ungüentos empleados por brujos y magos. Había una mezcla muy potente que contenía belladona, beleño, mandrágora y grasa de recién nacido, que se frotaba sobre la piel o se insertaba en la vagina para ser absorbida. La famosa escoba de las brujas, es una de las creencias mágicas europeas más viejas. En una investigación por sospecha de brujería llevada a cabo en 1324 se informó que "al revisar el desván de la dama, se encontró un tubo de ungüento, con el cual se engrasaba un bastón, sobre éste podía deambular y galopar a través de todos los obstáculos donde y como ella quisiera". (19)
En el primer tomo de su Historia general de las drogas, Antonio Escohotado cuenta que más tarde, en el siglo XV, un documento semejante explicaba:
El vulgo cree, y las brujas confiesan, que en ciertos días y noches untan un palo y lo montan para llegar a un lugar determinado, o bien se untan ellas mismas bajo los brazos, y en otros lugares donde crece vello, y a veces llevan amuletos entre el cabello. (8)
Envenenamientos célebres con belladona
Se supone que la belladona fue empleada para envenenar a las tropas de Marco Antonio durante la guerra de Esparta, según la descripción que Plutarco hizo sobre los extraños efectos que siguen a su uso. Con la misma planta fue envenenado Claudio, el emperador romano.
Según cita Sedir en Plantas Mágicas (20), Buchanans en su Historia de Escocia, publicada en 1582, relata que cuando Duncan I era rey de Escocia, los soldados de Macbeth invadieron a los Daneses envenenando a todo su ejército con un licor mezclado con belladona que les dieron a beber durante una tregua. Y según Brau (4), una enfermera llamada María Jeaunueret, fue condenada en Suiza a veinte años de trabajos forzados por haber envenenado con belladona a nueve personas, de las cuales murieron seis.
FUENTES DE CONSULTA ACERCA DE LAS PLANTAS DE LAS BRUJAS
1. Arias Carbajal: Plantas que curan y matan, Editores Mexicanos Unidos, México, 1990.
2. Jesús Callejo Cabo: La historia oculta del mundo vegetal, Aguilar, Madrid, 1996.
3. Brailowsky, Simón: Las sustancias de los sueños: Neuropsicofarmacología. FCE-CONACYT, México, 1995
4. Brau, Jean-Louis: Historia de las drogas, Bruguera, España, 1973.
5. Callejas Cabo, Jesús: La historia oculta del mundo vegetal, Aguilar, Madrid, 1996
6. Crowley, Viviane: La antigua religión en la nueva era. La brujería a examen, Arias M. Editores, Barcelona, 1991
7. Dumas, Alejandro: "Toxicología" en El Conde de Montecristo Porrúa, México, 1980.
8. Escohotado, Antonio: Historia General de las Drogas, Tomo I, Alianza Editorial, Madrid, 1994.
9. García Piñeiro, Juan José: En busca de las plantas sagradas, Col. Nagual, Ed. Gaia, España, 1996.
10. Gellerman, David: Cultural uses of hallucinogens, Internet.
11. Goodman, Alfred et all: Goodman y Gilman. Las bases farmacológicas de la terapéutica, 8va. edición, Panamericana, Argentina, 1991.
12. Grieve, M.: A Modern Herbal, Internet (ya no está en la drección que estaba cuando lo consulté).
13. Heffern, Richard: Secrets of the mind-altering plants of Mexico, Piramid Books, USA, 1974.
14. Krumm-Heller: Plantas sagradas, Kier, Buenos Aires, 1987.
15. Magnus, Brunus: Gran libro de la magia del incienso, hierbas y aceites, Edicomunicación, España, 1992.
16. Maquiavelo, Nicolás: La mandrágora, Fontamara, México, 1987.
17. Paracelso: Botánica oculta. Las plantas mágicas, Kier, Argentina, 1975.
18. Saury, Alan: Las plantas fumables, Mandala ediciones, 1980, España.
19. Schultes, R.E. y Hofmann, A.: Plantas de los Dioses: orígenes del uso de los alucinógenos, FCE, México, 1993.
20. Sédir, Paul: Las plantas mágicas, Edicomunicaciones, Barcelona, 1991.
21. Uyldert, Mellie: Esoterismo de las plantas, La tabla de esmeralda, Edaf, España, 1982.