DATOS GENERALES
Origen
En el argot psiquiátrico, los antipsicóticos, también llamados tranquilizantes mayores, se identifican bajo el término de neurolépticos, del griego neuro: nervio y lepto: atar. Su descubrimiento fue accidental. El doctor francés Henri Lobori realizaba estudios con substancias que pudiesen antagonizar los síntomas del estado de choque cuando descubrió la clorpromazina, un fármaco capaz de producir cierta somnolencia y disminuir las reacciones ante estímulos ambientales sin ocasionar la pérdida total de la conciencia. En 1952 Jean Delary y Pierre Deniker, dos de los psiquiatras más reconocidos de la época, comenzaron a ensayar la clorpromazina administrándola a algunos de sus pacientes. Los resultados fueron calificados como extraordinarios. En 1958 Janssen descubrió las propiedades antipsicóticas del haloperidol y a partir de entonces siguieron explorándose los usos antipsicóticos de otras substancias similares.
QUÍMICA
Identificación
Los antipsicóticos se comercializan en soluciones inyectables, gotas y tabletas.
Largactil 125 y Largactil 100
Composición
Los neurolépticos más conocidos son buitirofenonas como el haloperidol (Haldol®, Haloperil®) o derivados fenotiacínicos como la clorpromazina (Largactil®, Clorpromacín®), la perfenacina (Leptopsique®) y la tioridacina (Melleril®).
Entre los más nuevos se encuentran la clozapina (Leponex®, Clopsine®) y la risperidona (Risperdal®).
Formas de adulteración
Al ser productos expendidos en farmacias se encuentran libres de adulteraciones.
FARMACOLOGÍA
Mecanismo de acción y formas de empleo
Los neurolépticos pueden administrarse por vía oral, sublingual o intramuscular. Al llegar al cerebro ocupan los receptores del neurotransmisor conocido como dopamina y en algunos casos también los de la serotonina. Actúan como antagonistas bloqueando sus efectos y producen un estado de tranquilidad e indiferencia inmediatas; es por esto que en 1952 el primer científico en experimentar con ellos los calificó de auténticos "lobotomizadores químicos"(7).
Usos terapéuticos
Los psiquiatras los prescriben básicamente en cuadros clínicos de esquizofrenia, paranoia, psicosis orgánicas y funcionales. El haloperidol y la clorptomazina se administran también para detener los estados alterados de conciencia producidos por las llamadas drogas alucinógenas.
Dosificación
El tratamiento con antipsicóticos se inicia con dosis moderadas que van aumentando hasta llegar a la dosis máxima que se mantiene durante varios meses y en ocasiones años. El empleo de la clorpromacina (Largactil®, Clorpromacín®), por ejemplo, puede comenzar con dosis diarias de 100 a 200 mg, y elevarse hasta alcanzar los 600 o los 1000 mg. Para sujetos sin tolerancia las dosis letales sobrepasan esta última cifra. La dosificación de haloperidol (Haldol®, Haloperil®) se calcula en función de la gravedad del episodio psicótico y se descontinúa en cuanto los síntomas desaparecen. Las dosis medias fluctúan entre 10 y 20 mg; las altas entre 30 y 40 mg. Más de esta cantidad en sujetos sin tolerancia puede ser letal.
En casos de psicosis funcionales provocadas por alucinógenos, estimulantes o alcohol, la dosificación de ambas sustancias se calcula en función de la gravedad del episodio psicótico y se discontinúa en cuanto los síntomas desaparecen.
Efectos psicológicos y fisiológicos
Los especialistas consideran que la mayor parte de los medicamentos antipsicóticos producen reacciones desagradables en los individuos normales, es decir, no psicóticos. Entre los pacientes psiquiátricos, generan un estado similar a la indiferencia emocional sin causar trastornos perceptivos ni alteración en las funciones intelectuales. Se experimentan liberación de la ansiedad, desinterés, falta de concentración y aumento del apetito. El Dr. Simón Brailowsky lo describe en los siguientes términos:
el síndrome neuroléptico aparece como un cuadro de sedación, lentificación psicomoptora y emocional, supresión de movimientos espontáneos y de conductas complejas, reducción de la iniciativa y del interés en el medio (se dice que los estímulos externos "se resbalan" o "rebotan" en el paciente, sin que esto signifique que el sujeto no reaccione ante su medio: si se duerme se le puede despertar con relativa facilidad, contesta a las preguntas directas, mantiene sus funciones intelectuales, etc., además de que se preservan los reflejos espinales. Es decir, no es que el sujeto se encuentre sedado y por esta causa se produzcan los demás efectos... la agitación y la inquietud van desapareciendo; la misma tendencia se observa en el caso de las alucinaciones, delirios y desorganización del pensamiento. (1)
Todos los antipsicóticos tienen efectos colaterales que van desde visión borrosa, congestión nasal, sequedad de boca, trastornos de peso, contracciones musculares involuntarias, retención urinaria, anemia, irregularidad menstrual, atrofia testicular, alergias cutáneas y vértigos; hasta destrucción de células en la sangre, obstrucción hepática con ictericia (que provoca una pigmentación amarilla característica), excitación paradójica, fotofobia, arritmias cardíacas, aumento de la temperatura corporal y parkinsonismo (temblor en extremidades, tronco, cabeza y lengua que ocasiona alteraciones en la coordinación motriz fina). La degradación en el deseo erótico y la disquinesia tardía (movimientos involuntarios de boca, tronco o extremidades que pueden aparecer después de terminado el tratamiento), llegan a ser irreversibles en tratamientos prolongados (más de dos años).
Potencial de dependencia
La tolerancia hacia los neurolépticos es considerable, aunque el peligro de dependencia es relativamente bajo ya que sus efectos psicológicos no resultan atractivos. Su administración prolongada tampoco genera una verdadera dependencia a nivel físico, por lo que una suspensión brusca sólo puede provocar ciertos signos de malestar como dolores musculares e insomnio, que desaparecen al cabo de algunos unos días.
¿Qué hacer en caso de emergencia?
Las dosis excesivas deben considerarse como urgencia médica ya que pueden ocasionar catalepsia debido a la reducción de oxígeno en el tejido cerebral. También pueden generar Síndrome Terapéutico Maligno (STM) con alteraciones en la presión arterial y de la conciencia, inestabilidad cardiovascular, congestión pulmonar, coma y muerte.
HECHOS INTERESANTES
Régimen legal actual
Los neurolépticos están sujetos a control internacional. Pertenecen a la Lista III, por lo que sólo pueden adquirirse bajo receta médica.
La opinión de los psiquiatras
Se calcula que sólo en México, la prevalencia de esquizofrenia es de 1 a 2 personas por cada 100 habitantes. Aunque algunos especialistas como Tomás Szasz, consideran que esta alteración mental "no se trata recetando fármacos antiesquizofrénicos" porque es tan equivocado "como pretender mandar unas pastillas anticristianismo o antiespañolismo" (17); otras personas consideran que el impacto de estos fármacos en la psiquiatría y en las vidas de los esquizofrénicos ha sido enorme, tal es el caso de los médicos encargados de redactar una de las biblias de la medicina académica, el Manual Goodman y Gilman, que de acuerdo a su mismo título establece Las bases farmacológicas de la terapéutica:
En primer lugar han transformado la existencia de los enfermos, que ya no se internan en instituciones mentales sino que siguen en la comunidad. Para muchos de ellos este cambio ha producido una vida más significativa bajo circunstancias más humanas. Para otros, la tragedia de una vida infructuosa está desempeñándose ahora en las calles o en las ciudades del interior más que en las instituciones mentales. En segundo lugar han cambiado de manera importante el pensamiento psiquiátrico a una orientación más biológica. A pesar de la gran cantidad de investigaciones que han efectuado personas muy competentes de diversas disciplinas, la esquizofrenia sigue siendo un misterio científico y como siempre un desastre personal. Aunque la mayoría de los pacientes esquizofrénicos obtienen cierto grado de beneficio con estos fármacos, ninguno de ellos está sano. (11)
La opinión de la Psicología Transpersonal
Para los cofundadores de la Psicología Traspersonal, entre quienes destacan Abraham Maslow, Antoni Sutich, Christina y Stanislav Grof, existen problemas con los diagnósticos clínicos de la psicosis y sus distintas veriaciones. Aseguran que clínicos e investigadores difieren mucho por lo que respecta a los temas fundamentales, y las posiciones de las distintas escuelas psiquiátricas también se contradicen, por lo que la clasificación de los desórdenes psiquiátricos varía asimismo de un país a otro, y los antropólogos ya han demostrado la relatividad cultural de lo que se considera una forma de experiencia y comportamiento normal y aceptable.
Esta nueva escuela de la psicología se dedica especialmente a investigar la dimensión espiritual de la psique, analizando las experiencias espirituales del ser humano y sus consecuencias. Los psicólogos transpersonales Christina y Stanislav Grof han observado que dentro del proceso del despertar espiritual, un proceso que normalmente es gradual, puede haber algunas fases o casos que podrían considerarse como una emergencia espiritual y confundirse con estados de psicosis:
Existen razones importantes para reconocer la existencia de las emergencias espirituales y sacarlas del marco del modelo médico. En los individuos que sufren una crisis transformativa de esta naturaleza, el uso insensible de etiquetas patológicas y de distintas medidas represivas, incluyendo un control indiscriminado de los síntomas mediante la medicación, puede interferirse en el potencial curativo del proceso. La dependencia a largo plazo de neurolépticos y tranquilizantes (con sus bien conocidos efectos secundarios), la falta de vitalidad y un modo de vida condicionado presentan un triste contraste con estas infrecuentes situaciones en las que a la crisis trasnformativa de la persona se le permite seguir su curso hasta su plenitud y son apoyadas y reconocidas como tales. (12)
Estos psicólogos consideran correcto tratar una psicosis con fármacos, pero les parece que es contraproducente tratar una emergencia espiritual con ellos, ya que ésta por su misma naturaleza es un proceso curativo en el que la aparición de los síntomas es el inicio del proceso de sanación y su intensidad es un indicativo de la velocidad de la trasnformación que está llevándose a cabo en la psique de la persona. Sostienen que la activación de la psique que caracteriza dichas crisis espirituales involucra un despeje radical de viejos recuerdos e impresiones traumáticas. Advierten sin embargo, que para que este potencial se manifieste, es necesario que el proceso no se vea interrumpido sino apoyado por amigos, familiares y profesionales que lo entiendan como tal y que no lo clasifiquen como una enfermedad mental. (Ver más acerca de los Grof en el apartado de Adicciones)
Cómo distinguir una psicosis de una emergencia espiritual
En su libro La tormentosa búsqueda del Ser (12), Christina y Stanislav Grof ilustran mediante la descripción de dos hipotéticos pacientes que explican sus problemas a un psiquiátra, la diferencia que puede haber entre una persona que sufre una psicosis y otra que está atravesando por una emergencia espiritual. El primero llega a la consulta y cuenta el siguiente relato:
En las tres últimas semanas he estado teniendo toda suerte de experiencias extrañas. Mi cuerpo se carga con una energía increíble. Circula por la columna y sube hasta la espalda y la base del cráneo. A veces es muy doloroso. Tengo dificultades para dormir y en ocasiones despierto a media noche sudando y lleno de ansiedad. Tengo la sensación particular de que acabo de llegar de alguna parte lejana, pero no sé de donde. Tengo visiones de situaciones que parecen provenir de otras culturas y otros siglos. No creo en la reencarnación, pero a veces tengo la sensación de recordar cosas de existencias anteriores, como si hubiera vivido anteriormente. Otras veces veo luces brillantes o imágenes de deidades y demonios, y otros elementos típicos de los cuentos de hadas. ¿Ha oído alguna vez algo por el estilo? ¿Qué me está pasando? ¿Me estoy volviendo loco? (12)
Dicen los Grof que este puede ser el caso de alguien que esté atravesando por una emergencia espiritual, ya que la persona está aturdida y confundida por toda una variedad de experiencias extrañas pero es claramente conciente de que el proceso es interno y manifiesta voluntad por recibir consejos y ayuda. O sea que es el candidato ideal para ser tratado por un psicólogo transpersonal. En cambio, el segundo cliente hipotético llegaría con una actitud muy distinta, pues más que pedir consejo y presentar una historia clara, se quejaría:
Mi vecino la ha tomado conmigo. Está bombardeando gases tóxicos en mi sótano con una tubería que ha construido en secreto. Me está envenenando la comida y el agua. En casa no tengo intimidad, ha colocado un montón de instrumentos para espiarme por todos lados. Mi salud empeora; mi vida está amenazada. Todo forma parte de un complicado complot apoyado por la Mafia; están pagando mucho dinero para acabar conmigo. Para ellos represento un peligro porque mis altos principios morales se interponen en sus planes. (12)
De acuerdo a los Grof éste último sería el caso de una persona acertadamente diagnosticada como psicótica, pues sean cuales sean las causas de ese estado, un paciente de esa categoría carece de la introspección básica necesaria para comprender que la situación tiene que ver con su propia psique; dado lo cual, no estará interesado en conseguir ayuda alguna, fuera del posible apoyo en su lucha contra los pretendidos perseguidores: iniciar acciones legales o desmantelar la casa. Además verá al terapeuta como un enemigo potencial en lugar de una ayuda, por lo que será el candidato idóneo para recibir un tratamiento psiquiático convencional.
(Ver más acerca de las emergencias espirituales en Cartografía de la experiencia psicoactiva)
FUENTES DE CONSULTA ACERCA DE LAS DROGAS DE PSIQUIATRAS
0. Antipsicóticos: http://um-jmh.org/HealthLibrary/meds_SP/SP_Antipsychotics.html
1. Brailowski, Simón: Las sustancias de los sueños: neuropsicofarmacología, FCE-CONACYT, México, 1995
2. Callaway, J.C.: "Farmacología de la ayahuasca", en San, L. et all: Alucinógenos, la experiencia psicodélica, Ed. En Neurociencias, España, 1996.
3. Colín Piana, Ricardo: Depresión: Guía informativa para enfermos, familiares y amigos, Laboratorios Roche.
4. Diccionario de Especialidades Farmacéuticas, Edición 17, PLM, México, 1970
5. Diccionario de Especialidades Farmacéuticas, Edición no. 40, PLM, México, 1994.
6. Escohotado, Antonio: Guía de venenos, Ómnibus Mondadori, España, 1990.
7. Escohotado, Antonio: Historia General de las Drogas, Tomo II, Alianza, España, 1995.
8. Escohotado, Antonio: Historia General de las Drogas, Tomo III, Alianza, España, 1995.
9. Estadísticas de substancias psicotrópicas para necesidades lícitas, ONU, doc. E/INCB/W.15, 1978.
10. Fármacos de abuso: Información farmacológica y manejo de intoxicaciones, Centro Mexicano de Estudios en Farmacodependencia, México, s/f.
11. Goodman, Alfred et all: Goodman y Gilman. Las bases farmacológicas de la terapéutica, 8va. edición, Panamericana, Argentina, 1991.
12. Grof, Christina y Stanislav: La tormentosa búsqueda del Ser, Los libros de la liebre de marzo, Barcelona, 1990.
13. Identificación de Estupefacientes y psicotrópicos, Instituto de Capacitación de la PGR, México, 1994.
14. Katzung, Bertram G.: Farmacología Básica y Clínica, Edición 3ra, Manual Moderno, México, 1987.
15. Krupp, Marcus et all: Diagnóstico Clínico y Tratamiento, Manual Moderno, México, 1988.
16. Sabbag, Robert: "Qualudes", en Ciego de nieve, Anagrama, España, 1990.
17. Szasz, Thomas "Lo que ayer era pecado es hoy enfermedad mental", Muy interesante, No. I, México, 1996.